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Putin edulcora sus palabras pero se mantiene firme respecto a Siria
La cumbre del G20 que hoy comienza en San Petersburgo vaticina un mayor distanciamiento entre Moscú y Washington
SAN PETERSBURGO. Actualizado: GuardarEn el mundo hubo ayer políticos, como el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que creyeron percibir en la última entrevista del presidente Vladímir Putin, ofrecida a dos medios de comunicación y difundida ayer, un cambio de postura con respecto a Siria. Putin dijo que, si se demuestra que Bashar el-Asad empleó armas químicas contra su población, «no descarto» aceptar una intervención militar en Siria.
Tal posicionamiento no es nuevo para Rusia el problema es que, hasta ahora, nunca ha considerado «concluyentes» las pruebas presentadas contra el régimen sirio. El jefe del Kremlin sabe, y lo dijo hace unos días el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que el dictamen de los observadores que recogieron indicios de sustancias tóxicas en las afueras de Damasco la semana pasada, no podrá establecer con claridad la autoría del ataque. Al menos quedará abierta la posibilidad de cuestionarlo. Como ha hecho siempre Moscú cuando se han atribuido terribles crímenes a El-Asad.
Las pruebas, dijo Putin, «deben ser convincentes. No deben basarse en rumores o informaciones obtenidas de escuchas por los servicios secretos». Pero, según su opinión, «surgen otras preguntas. Si se demuestra que fueron los insurgentes quienes utilizaron armas químicas, ¿qué hará EE UU con ellos? ¿Qué harán sus patrocinadores? ¿Dejarán de suministrarles armas? ¿Lanzarán operaciones militares contra ellos?».
En otra andanada de declaraciones a pocas horas del comienzo de la cumbre del G20, el presidente ruso advirtió que el Congreso estadounidense «no tiene potestad para autorizar ningún tipo de ataque contra Siria, ya que sería una agresión al no contar con la autorización de la ONU. Y no se puede alegar que sea en defensa propia porque Siria no está atacando a Estados Unidos». «Ahora mismo, el Congreso y el Senado de EE UU se dedican a legitimar la agresión y, mientras, todos nosotros nos pegamos al televisor y esperamos si habrá decisión o no. Cuando lo que tendríamos que hacer es hablar de otra cosa, de que eso no es más que un disparate», afirmó Putin.
Cambiarde postura
Kerry dijo el martes tener la esperanza de que la reunión del G-20 «produzca algún cambio de actitud cuando el presidente -Barack Obama- ponga las evidencias a disposición de Putin». Sin embargo, Berlín no cree que se vaya a lograr ningún acuerdo sobre Siria. «No hay indicios que permitan vaticinar que Rusia vaya a cambiar de postura», señaló ayer el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert.
En San Petersburgo estarán a partir de hoy los principales defensores de un ataque contra Siria, Obama y los primeros ministros de Francia, Reino Unido y Turquía, François Hollande, David Cameron y Recep Tayyip Erdogan. Pero estarán también otros muchos líderes contrarios a tal medida, empezando por el propio Putin, continuando con el máximo dirigente chino Xi Jinping y terminando con las presidentas de Argentina y Brasil, Cristina Fernández y Dilma Rousseff.
Putin y Obama pondrán buena cara al mal tiempo, pero la cumbre amenaza con hacer que sus respectivos países se distancien todavía más. Hacía tiempo que la relación entre los líderes de Rusia y Estados Unidos no estaba en un momento crítico. El presidente ruso invitó a su homólogo norteamericano a una cumbre bilateral en Moscú previa al G20, pero Washington lo rechazó por haber dado cobijo en Rusia al antiguo empleado de la NSA, Edward Snowden.