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La oposición niega su apoyo a Hollande sin un aval de la ONU

El presidente francés busca los aliados que le reclamó ayer el Parlamento en un debate sin voto sobre Siria

PARÍS. Actualizado: Guardar
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Al aislamiento en el concierto internacional, François Hollande sumó ayer la soledad interior a su empeño en castigar a Bashar el-Asad. La oposición de centroderecha le negó su apoyo a una intervención militar sin el aval de la ONU mientras el 74% de los ciudadanos le exige un respaldo parlamentario previo a todo ataque en Siria. El presidente francés, que escenificó con su homólogo alemán en la villa mártir de Oradour la reconciliación de ambos países tras la invasión nazi, proclamó que «siempre escucharé el grito de dolor cuando haya masacres en el mundo».

Hollande va a buscar a partir de hoy en la cumbre del G20 en San Petesburgo los apoyos internacionales que le reclamaron ayer los grupos políticos en un debate parlamentario sin derecho a voto, una peculiaridad constitucional francesa. El jefe del Estado y de los Ejércitos ha dejado la puerta abierta a una posible votación posterior de diputados y senadores cuando tenga todas las cartas en la mano, es decir cuando el Congreso estadounidense se haya pronunciado sobre la iniciativa punitiva de Barack Obama.

La oposición le recriminó haber dejado a Francia «aislada como nunca, espectadora de lo que pasará el 9 de septiembre en Washington» cuando debía ser «aliada y no alineada» con Estados Unidos. El diputado Christian Jacob, portavoz del grupo de la UMP conservadora, expresó un triple rechazo a una acción estrictamente militar sin objetivos reales de guerra, a una intervención aislada sin legitimidad internacional y a una renuncia a la tradicional política exterior francesa de agotar las vías diplomáticas.

Jacob condenó el uso «bárbaro, salvaje e inhumano» de armas químicas pero objetó que «sólo a la ONU le corresponde decir cómo y por quién fueron utilizados los gases tóxicos». Además reclamó al Gobierno socialista que sopese las consecuencias de una intervención sobre los intereses franceses en Líbano, donde París tiene unos 650 cascos azules,

Jean-Louis Borloo, líder de la centrista UDI, también recusó una intervención contra Damasco sin pruebas irrefutables del empleo de armas químicas y sin una coalición muy amplia. «Sin el apoyo de un cierto número de europeos, sin el acuerdo de la Liga Árabe, sin un apoyo de la ONU bien por el Consejo de Seguridad o bien por la Asamblea General y antes de todo informe validado por Naciones Unidas, los ataques no nos parecen posibles», expuso.

Acción «legítima»

El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, reiteró que Hollande no tomará la decisión definitiva mientras no se haya formado una coalición ya que ha optado por una acción «legítima, colectiva y reflexionada». Tras acusar al régimen de Damasco de haber cometido el 21 de agosto «el más masivo y terrorífico uso de armas químicas en este comienzo de siglo», planteó que no reaccionar militarmente equivaldría a «cerrar la puerta a una solución política del conflicto», la única vía a sus ojos para una salida del poder de El-Asad.

«Ante la barbarie, la pasividad no puede ser una opción, no al menos para Francia», proclamó el gobernante socialista que enfatizó la pérdida de credibilidad de los compromisos internacionales contra la proliferación de armas de destrucción masiva y los riesgos para la paz y la seguridad en Oriente Próximo. «¿Qué mensaje enviaríamos a otros regímenes como Irán o Corea del Norte?», se preguntó Ayrault de manera retórica, a imagen de un debate sin voto.