Lapuerta, esta semana, en una de sus escasas salidas de casa para ir a misa. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
ESPAÑA

La recuperación de Lapuerta abre nuevas incógnitas en el PP

El extesorero está dispuesto a declarar, pero antes se someterá a un examen forense y está pendiente de un informe caligráfico clave para el 'caso Bárcenas'

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Álvaro Lapuerta, guardián de la tesorería del PP entre 1993 y 2008, se recupera satisfactoriamente de las dos «extrañas» caídas en su domicilio de marzo y abril pasado que le tuvieron 14 días en coma inducido, según denunció su familia. La paulatina mejoría de su estado de salud, que el pasado 15 de julio le impidió declarar en la Audiencia Nacional, llega en plena vorágine del 'caso Bárcenas' y la supuesta financiación irregular de su partido por el que está imputado junto a su sucesor.

En la sede nacional de Génova cruzan los dedos para que el regreso de Lapuerta, de 85 años, no enrede más si cabe la madeja de un caso que ha abierto grietas en el partido del Gobierno. Por ello, vista su inesperada recuperación y su consabida intención de declarar ante el juez cuando los médicos lo aprueben, no son pocos los mensajes afectuosos que le llegan ahora desde su partido de toda la vida.

En público, en privado o ante el juez Pablo Ruz, instructor del caso, los principales dirigentes populares y otros políticos afectados por la marejada de la supuesta contabilidad en negro se afanan en presentar a Lapuerta como una persona honorable y «espejo de la legalidad», según declaró en sede judicial el vicesecretario general Javier Arenas, frente al «mentiroso y sinvergüenza» de Bárcenas.

Es cierto que ha habidos sonoras excepciones como la del portavoz parlamentario de Economía Vicente Martínez Pujalte -«el señor Bárcenas o el señor Lapuerta tanto monta, monta tanto», dijo en una entrevista el pasado 19 de agosto-. Pero, salvo este patinazo, por el que fue amonestado de inmediato y con severidad, en la cúpula popular no existe la más mínima intención de cargar contra su extesorero, «que vale más por lo que calla que por lo que sabe», comentan fuentes judiciales, ahora que su delfín Bárcenas ha comenzado a tirar de la manta y a incriminarle desde su ingreso en prisión hace dos meses.

Todo ello pese al hecho irrefutable, no les quedaba otra, de que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y sus antecesores Francisco Álvarez-Cascos y Javier Arenas declararon el pasado 14 de agosto ante Ruz que Lapuerta y Bárcenas eran los responsables del control de las finanzas y de las donaciones en efectivo. «No tenían por qué informar a la secretaría general porque no había dependencia jerárquica», confesó Cospedal.

Pero una cosa es la estrategia política que llevan desde la calle Génova 13 de Madrid con respecto al regreso de Lapuerta y otra, bien diferente, el devenir judicial que espera al histórico «guardián de las cuentas» del PP cuando se concrete su recuperación.

Reconocimiento médico

Lo más inmediato llegará en los próximos días; algunas fuentes apuntan a que este jueves, cuando los forenses del Instituto de Medicina Legal visiten de nuevo al octogenario exdiputado para determinar si está recuperado para realizar una declaración judicial «compleja». Esto es, someterse al escrutinio del juez y el fiscal, acompañado de su nuevo abogado Cristóbal Martell y con la posibilidad de no responder a las preguntas de las acusaciones populares o de no decir la verdad.

En una de sus escasas salidas de casa, Lapuerta comentó que acudirá a declarar. «Si me llaman sí que iría», dijo, antes de señalar que será entonces cuando se sepa si cambiará o no su versión. Una afirmación que dejó más interrogantes que certezas en la sede del PP.

En sus dos comparecencias ante la Justicia, en febrero ante la Fiscalía Anticorrupción y en marzo en la Audiencia Nacional, negó la existencia de una contabilidad paralela en el PP y afirmó que jamás vio ningún papel que lo sustentara ni mucho menos el pago de sobresueldos a los dirigentes procedentes de una caja B. Claro que eso fue antes de que Bárcenas declarara lo contrario.

Pero más allá del valor de su testimonio, el juez está pendiente de recibir un informe pericial que podría «concretar su imputación». Se trata de un análisis caligráfico que debe cotejar las firmas que obran en los documentos que Bárcenas aportó en el juzgado el 15 de julio con la supuesta contabilidad secreta, con la rúbrica de un crédito hipotecario que Lapuerta firmó en 2006 para comprar el edificio de la calle Génova. Si se concluye que la firma coincide con la suya, el extesorero también tendrá un problema.