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La OTAN corrobora que la brutalidad de Damasco «no puede quedar sin respuesta»

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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La OTAN se alineó ayer con EE UU, Francia y Reino Unido al reclamar un fuerte escarmiento para el régimen sirio. El secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, recalcó que el uso de armas químicas supone «una amenaza para la seguridad internacional» y exigió que el ataque «no quede sin respuesta». «Los responsables deben rendir cuentas», subrayó el mandatario danés tras un encuentro de los 28 embajadores del organismo militar. Pese a la contundencia de sus palabras, países como España y Alemania pidieron en la cita no adelantar acontecimientos y aguardar a los resultados de la investigación que lleva a cabo Naciones Unidas.

Rasmussen confirmó una posición que la OTAN ya había esbozado previamente. La Alianza había insistido en que gasear a la población supondría atravesar una línea roja con duras consecuencias. Según constató tras la reunión en el cuartel general del organismo en Bruselas, el uso indiscriminado de agentes químicos «viola normas y prácticas internacionales con una larga tradición». Ante esta «inaceptable» situación, el responsable danés expresó su respaldo a las indagaciones de la ONU e instó a Bashar el-Asad a «proporcionar un acceso inmediato a los lugares de los ataques».

Aunque la Alianza no dudó en endosar todo su apoyo a los esfuerzos de Naciones Unidas, el organismo militar alberga pocas dudas sobre los responsables del zarpazo contra la población. Rasmussen recordó que Damasco tiene en su poder armas químicas y que «un amplio abanico de fuentes» le señalan como autor de los ataques. Al parecer, España y Alemania no están tan convencidos. En el encuentro, ambos socios apostaron por dejar trabajar a los inspectores de la ONU y esperar a su informe final. Otros países, entre ellos Bélgica, Polonia e Italia, centran sus recelos en la legalidad de posibles bombardeos sin contar con el aval internacional.

La OTAN permanece de momento en un segundo plano, pero su implicación en Siria no representa ninguna novedad. Desde principios de año, la Alianza tiene instaladas en la frontera turca dos baterías de misiles Patriot. Este armamento, desplegado por EE UU, Alemania y Holanda, se envió a petición de Ankara para proteger a los civiles después de varias escaramuzas con el régimen de El-Asad. En total, alrededor de 400 soldados operan las plataformas balísticas. Aunque las similitudes con la guerra de Libia son escasas, el organismo militar acabó liderando las operaciones para derrocar a Gadafi. Entonces, Washington, Londres y París abrieron los bombardeos antes de pedir el apoyo del resto de aliados.