Un rebelde dispara un lanzagranadas durante los enfrentamientos con las fuerzas del régimen en el área de Khanasser, cerca de Alepo. :: SALAH AL-ASHKAR / AFP
MUNDO

EE UU, listo para atacar Siria

Washington prepara un ataque 'relámpago' de dos o tres días con misiles en respuesta al uso de armas químicas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Estamos listos», afirmó ayer tajante el secretario de Defensa estadounidense Chuck Hagel en entrevista con la BBC. «Hemos movido todas nuestras piezas a su lugar para poder cumplir con la decisión que tome el presidente. Estamos listos para marchar en un chasquido».

En Washington ya no hay dudas de que el Gobierno de Bashar el-Asad es responsable de los ataques químicos perpetrados en la madrugada del pasado miércoles, y aún menos de que EE UU va a responder a ello con un ataque militar. La cuestión es cuándo y cómo. Y para ser más concretos, si antes de viajar a la cumbre del G-20, que se celebrará en Rusia el jueves de la semana que viene, o después de la misma, porque lo que nadie se imagina es a los líderes del mundo dando cuentas de su acción militar en Siria desde Moscú, para ofensa de su anfitrión, que la condena sin paliativos. El Gobierno de Vladímir Putin también apela a la lógica al defender que Bashar el-Asad no iba a esperar a la llegada de los inspectores de la ONU para lanzar un ataque químico a diez minutos de Damasco, por lo que acusa a los «terroristas» de perpetrar el ataque para forzar la intervención de la comunidad internacional. Un argumento que no ha calado en Occidente, donde se cree que sólo El-Asad tiene capacidad para un ataque de estas dimensiones.

«Cuanto más nos metemos en esto, más claro y más claro me resulta que el Gobierno sirio es responsable de ello, pero esperaremos a que lo determine la Inteligencia y se pueda apoyar con los hechos», dijo el jefe del Pentágono.

Más tajante aún resultó el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, en consonancia con el tono que marcó la víspera el secretario de Estado. En un apasionado discurso, John Kerry recomendó que «cualquiera que clame que un ataque de esta impactante escala puede ser artificial o fabricado necesita revisar su conciencia y su propia brújula moral», dijo con fuego en la mirada.

La Casa Blanca le secundó ayer en el redoble de tambores al decir que hay «muy pocas dudas» de que el Gobierno sirio es responsable del ataque perpetrado «con resultados repugnantes», dijo su portavoz Jay Carney. «Las deliberaciones que están ocurriendo ahora y las opciones que está considerando el presidente y su equipo de seguridad nacional ya no tratan sobre si se usaron armas químicas en Siria a escala significativa, causando muertes y heridas masivas a civiles inocentes, ni si el Gobierno sirio es responsable, sino sobre cuál es la respuesta apropiada a esta clara violación de las normas internacionales», afirmó.

Estados Unidos tiene sus propias fuentes de Inteligencia, más allá de las pruebas que recaben los inspectores de la ONU, que ayer tuvieron que suspender su segunda salida al territorio afectado ante la falta de garantías de seguridad. Carney afirmó que la evaluación de la Inteligencia estadounidense se hará pública «esta semana», tan pronto se haya 'desinfectado' el informe para evitar que cualquier elemento clasificado revele el origen de esa información.

La administración de Obama no quiere meterse en una nueva guerra, sino lanzar un mensaje al mundo de que no permitirá el uso de armas de destrucción masiva, que Kerry calificó de «obscenidad moral». El jefe de la diplomacia estadounidense explicó que «este ataque va más allá del propio conflicto en Siria», por lo que «todas las naciones que crean en la humanidad como causa común deben levantarse y asegurarse de que se le pasa factura para que no vuelva a ocurrir».

Una solución a medias

No se tratará por tanto de tomar partido en la guerra civil siria, que ha dejado ya más de 100.000 muertos en casi dos años y medio, sino de un ataque breve y certero que fuentes de la CNN en el Pentágono anticipan como una lluvia de misiles de dos o tres días, seguida de una pausa para evaluar los resultados, y posiblementes otros ataques posteriores para rematar la misión. Una solución a medias muy al estilo de Barack Obama, que probablemente no dejará satisfecho a nadie. «Cuando el polvo se asiente, lo que veremos será una region que no creerá en la seriedad de EE UU, un tirano que seguirá en el poder y un pueblo que seguirá siendo masacrado», anticipó el general retirado Mark Kimmitt, que ha servido en Irak y en la OTAN bajo las órdenes del presidente George W. Bush.

Será previsiblemente el propio Obama el que se dirija a la nación para anunciar el uso de la fuerza en una operación militar que, irónicamente, repite lo que más criticó de Bush: atacar a un país de Oriente Próximo con la excusa de armas de destrucción masiva, sin la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y sin la del Congreso, que no regresa de vacaciones hasta el día 9.

El mandatario ha consultado con numerosos líderes mundiales y con los líderes del Congreso telefónicamente, lo que ha desviado su atención de lo que a priori iba a ser uno de los grandes discursos de su mandato.