El escándalo diplomático con Bolivia deja tocada a Rousseff
La presidenta de Brasil asume la implicación de su país en la fuga de un senador perseguido por corrupción por el Gobierno de Evo Morales
BUENOS AIRES. Actualizado: GuardarLa inexplicable fuga del senador boliviano Roger Pinto Molina -que estaba asilado desde hacía 15 meses en la Embajada brasileña en La Paz y llegó el sábado de improviso a Brasil en un coche diplomático- ha enfurecido a la presidenta Dilma Roussef y a punto ha estado de quebrar las relaciones entre ambos países. Rousseff calificó ayer de «inaceptable» que Pinto haya llegado a Brasil sin un salvoconducto del Gobierno de Evo Morales, pues podría haber corrido peligro su vida. «Un país civilizado y democrático protege a sus asilados, a los que debe garantizar la seguridad, sobre todo en relación a su integridad física», dijo Rousseff. «Si no pasó nada no es la cuestión. Pero podría haber pasado», advirtió la mandataria.
La complicidad de Brasil en la salida del senador Pinto de Bolivia, donde está acusado por diversos delitos, ha costado el cargo al ministro de Asuntos Exteriores brasileño Antonio Patriota, al frente de la Cancillería desde 2011. En Bolivia, el ministro de Defensa, Rubén Saavedra, afirmó que su gobierno espera resolver el conflicto «por el camino diplomático» y reiteró que el caso no debería afectar la relación bilateral. «Vamos a trabajar para que Molina regrese al país y responda ante la justicia», declaró Saavedra.
Con la dimisión de Patriota, Rousseff procura pagar errores y omisiones del 'caso' Pinto que se arrastraba desde mayo de 2012, cuando el senador se refugió en la embajada alegando presunta persecución política. Opositor al Gobierno de Evo Morales, el senador tiene pendientes unas veinte causas judiciales, la mayoría por corrupción pero también por delitos comunes. En un escueto comunicado, la presidenta agradeció a Patriota su labor y lo nombró representante de Brasil ante la ONU. En su lugar llega el embajador que estaba en ese destino, Luis Alberto Figueiredo, quien asumirá el cargo el viernes 30. El cambio sirvió para renovar una gestión con la que Rousseff estaba disconforme.
Escolta de fusileros navales
La situación de Patriota se había vuelto insostenible después de que el encargado de negocios de la embajada brasileña en Bolivia, Eduardo Saboia, declaró el lunes que él mismo acompañó a Pinto en su traslado desde La Paz hasta la ciudad brasileña de Corumbá en un vehículo diplomático. La presidenta Rousseff aseguró que el ministro de Defensa, Celso Amorim, «explicará» la participación en el hecho de dos fusileros navales brasileños, que escoltaron a Pinto en este trayecto.
En Corumbá Pinto fue recibido por el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Ricardo Ferraco, que lo llevó en avión a Brasilia. Pinto carecía de salvoconducto, un permiso que el Gobierno de Morales le negaba por los procesos judiciales en su contra, uno de ellos con sentencia. Saboia argumentó que la vida del legislador corría riesgo, que estaba deprimido y tenía problemas renales. Pero la ministra de Comunicación boliviana Amanda Dávila puso en duda esos argumentos. «Resulta extraño que corriese riesgo su vida y estuviese en condiciones de viajar en auto durante casi 22 horas, encontrarse con amigos y hacer declaraciones en persona», ironizó. Bolivia va a solicitar la extradición del senador.