El Bundesbank vuelve a apretar con los ajustes y censura el relajo del déficit a España
El banco central alemán cree que los dos años de prórroga siembran dudas sobre la disciplina fiscal en la Eurozona
BRUSELAS. Actualizado: GuardarEl Bundesbank vuelve a la carga con su férrea defensa de la austeridad a ultranza. El presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, censuró ayer las prórrogas concedidas a España y Francia para reducir el déficit por debajo del límite sagrado del 3%. El 'halcón' germano, cabeza visible del ala más dura del BCE, criticó las flexibilizaciones porque «debilitan» los esfuerzos para sanear las finanzas y ponen en entredicho la credibilidad de las reglas adoptadas por la moneda única para prevenir nuevas crisis. Convencido de que Bruselas debe apretar más con los ajustes, apostó por una aplicación estricta de la normativa europea, lo que incluiría multas a los socios que se retrasen con los recortes.
Weidmann dejó claros los principios del Bundesbank en una conferencia con los embajadores alemanes. En un punzante discurso, citó expresamente a España, Francia y Eslovenia como los países que se habían beneficiado de «periodos más largos» para reducir su déficit. A su juicio, relajos de estas características solo pueden avalarse en «circunstancias excepcionales» porque frenan los procesos de saneamiento de las finanzas nacionales, condición básica para que los países disfruten de un crecimiento sostenible. Principal valedor de la ortodoxia económica en Europa, el antiguo emisor del marco goza de un gran respeto en los mercados. Su receta para acelerar con la recuperación pasa por aumentar la competitividad con rigor y reformas estructurales.
Pese a su alusión directa a España, el presidente del Bundesbank concentró sus críticas en la Comisión Europea por su papel como guardián de los objetivos de déficit. Su primera andanada contra Bruselas apuntó a la aprobación «simultánea» de distintas prórrogas para un ramillete de países. «Estas decisiones menoscaban la disciplina que generan las reglas fiscales», remarcó en referencia a la posibilidad de que todos los socios aguarden cierta benevolencia con los ajustes. Tras un largo pulso en la Eurozona, el Ejecutivo comunitario suavizó el pasado mayo el ritmo de los recortes a siete países -España, Francia, Eslovenia, Holanda, Bélgica, Portugal y Polonia-. En el caso del Gobierno de Rajoy, logró dos años extra -hasta 2016- para alcanzar el límite del 3%.
En un intento por disipar las dudas sobre la supervivencia del euro, los socios acordaron en pleno huracán en los mercados reforzar la vigilancia común sobre la gestión de las cuentas públicas. Aunque todavía no se han puesto en marcha medidas como la supervisión anual de los presupuestos nacionales, el bloque ya se rige por un marco legal mucho más duro que incluye multas millonarias a los gobiernos que incumplan el déficit o retrasen las reformas. Weidmann lamentó que estas posibilidades se queden sobre el papel y se apueste por apurar las opciones para relajar el déficit. «No creo que sea apropiado empezar estirando al máximo la flexibilidad de las nuevas reglas», recalcó.
En su discurso, el responsable germano detalló a los embajadores otra de sus tesis más repetidas a lo largo de la crisis. A diferencia de lo que sucede en EE UU, Japón o Reino Unido, Weidmann rechaza que el emisor del euro sea una pieza clave en el camino hacia la recuperación. «El BCE no puede acabar con la recesión, solo ganar algo de tiempo», indicó antes de renovar su oposición al programa de compra masiva de deuda. La entidad no ha llegado a ponerlo nunca en práctica porque su mera existencia calmó a los mercados el pasado verano. Según el jefe del Bundesbank, peso pesado en el seno del Eurobanco, adquirir bonos de países con «baja solvencia» supone diseminar por toda la moneda única «los riegos de una política presupuestaria poco sólida».
12.000 puestos en peligro
Como medida alternativa para anclar la estabilidad en los parqués, Weidmann apostó por limitar la capacidad de los bancos para comprar bonos soberanos. «Un importante principio para los inversores es el de diversificar riesgos, pero cuando hablamos de deuda pública las entidades han ignorado a menudo esta regla», anotó. Ante esta situación, planteó que se fijen límites al sector financiero y se apliquen los mismos criterios que en otro tipo de operaciones como la concesión de préstamos. De esta manera, se conseguiría un marcaje todavía más estrecho para los países con las cuentas menos saneadas y su financiación se complicaría.
Aunque ayer no se hizo ninguna referencia, el Bundesbank sorprendió hace dos semanas con la advertencia de que Grecia requeriría un tercer rescate. Progresivamente, esta hipótesis se ha ido materializando y hasta el Gobierno heleno admite que podría requerir 10.000 millones adicionales. Incluso, Angela Merkel no descarta la posibilidad de una nueva quita a la deuda del país, que esta vez afectaría de lleno a los socios de la zona euro por los préstamos suscritos en los dos salvavidas.
Consciente de que las ayudas pueden cortarse, Atenas avanza con el ajuste en el número de funcionarios. El Gobierno ha elaborado una lista con 12.500 policías, maestros y empleados ministeriales que perderán sus puestos de trabajo si no consigue recolocarles.