Un hombre en una factoria de fideos de Japón. :: TASTUYA SHIMADA / AFP
Sociedad

Fideos energéticos

Una ciudad japonesa construye la primera central del mundo capaz de generar electricidad a partir de residuos de alimentos

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¿Y si la clave para resolver los problemas energéticos no estuviera en los nuevos yacimientos de petróleo y gas o en las centrales nucleares de nueva generación, ni siquiera en la caprichosa naturaleza y sus ráfagas de aire o rayos solares, sino en los platos de comida de cada uno de los hogares o restaurantes? La pregunta es más seria de lo que pudiera parecer. Tanto que la ciudad japonesa de Takamatsu ha construido la primera central eléctrica del mundo que genera energía a través de la descomposición de alimentos sobrantes, especialmente de fideos.

Los científicos hace tiempo que demostraron cómo los residuos de alimentos pueden generar energía limpia y sin elevados costes. Y es que durante su descomposición, los restos de alimentos emiten metano, una importante fuente de energía. Un proceso natural y, además, totalmente respetuoso con el medio ambiente, ya que no produce ningún tipo de contaminación.

En Takamatsu los fideos forman parte de la dieta diaria de sus ciudadanos y los menús de los distintos restaurantes contienen varios platos cuyo condimento principal es esta tradicional pasta. Al final del día toneladas de este producto -y de otros alimentos- acaban en los cubos de la basura o los vertederos de la ciudad como excedentes de comida. Sin embargo, las autoridades decidieron aprovechar estos residuos para generar electricidad y disminuir su dependencia de otras energías más contaminantes y caras.

Con esta innovadora idea llevaron a cabo un proyecto pionero en el mundo mediante el cual han construido una turbina capaz de generar energía a partir de los alimentos descompuestos cuyo único requisito para funcionar es alimentarla con las sobras de los platos de restaurantes, bares o domicilios particulares. Y de momento los residuos generados en la urbe son más que suficientes para abastecer la central. Hasta ahora gracias a las 1,5 toneladas de fideos y otros desperdicios la capacidad energética de esta central permite iluminar medio centenar de viviendas de manera absolutamente limpia y casi sin coste económico alguno.

En el mundo hay materia prima más que suficiente para que esta práctica pueda expandirse. Y es que una tercera parte de los alimentos producidos para el consumo humano -unas 1.300 millones de toneladas anuales- se desperdician.

Pero los fideos no son ni mucho menos los primeros productos alimenticios aprovechados para generar energía. De hecho, ya se ha probado la obtención de biomasa a partir de los huesos de aceituna, muy útiles como combustible para calefacciones domésticas debido a su alto poder calorífico. Los investigadores calculan que por cada cien kilos de estos huesos se pueden obtener 5,7 kilos de etanol. También las cáscaras de nuez han mostrado en varios estudios recientes su validez para generar energía limpia. Quizás, dentro de unos años nuevos productos se unirán a esta lista hasta formar una carta energética de lo más culinaria.