Egipto descabeza a los Hermanos Musulmanes
El Gobierno interino continúa su lucha contra la Cofradía con la detención del guía supremo, Mohamed Badie
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLa caza y captura de Hermanos Musulmanes en Egipto alcanzó su gran trofeo tras la captura del Al Morshed (guía) del grupo, Mohamed Badie. Los medios de comunicación no tardaron en difundir las primeras imágenes del líder de la organización islamista con rostro cansado, vestido con una simple garabiya (túnica tradicional egipcia) blanca y sentado en una silla de madera, una imagen de derrota completada por los detalles de una detención que se produjo en un apartamento próximo a la plaza de Rabaa al-Adawiya. En este lugar mantuvieron hasta hace una semana los partidarios de Mohamed Mursi su acampada más importante de El Cairo y aquí se había visto por última vez en público a Badie el 5 de julio. El Guía, de setenta años y al frente del grupo desde 2010, subió al escenario para acallar los rumores sobre su detención y pedir a los suyos el «sacrificio de vuestras almas por Mursi».
Pocas horas después de su captura la Fiscalía ordenó su detención provisional por un periodo de quince días y fue enviado a la cárcel de Tora, en el sur de El Cairo, donde se encuentran desde el golpe contra Mohamed Mursi dos de sus adjuntos, Jairat al-Shater y Rashad Bayumi, con quienes será juzgado el domingo por «incitación al asesinato» de manifestantes anti Mursi. Como ocurre con el resto de sus colaboradores, la cárcel no es nueva para un Badie que desde 1965 ha pasado en numerosas ocasiones por prisión. En esta penitenciaría también cumple condena el exdictador Hosni Mubarak, que en las próximas horas conocerá la decisión de las autoridades sobre su posible salida de prisión tras haber obtenido la libertad condicional en tres casos de corrupción al haberse superado el periodo máximo de detención preventiva.
«Mahmud Ezzat, jefe adjunto de los Hermanos Musulmanes asumirá la función de guía supremo del grupo de forma temporal después de que las fuerzas de seguridad del sangriento golpe militar detuvieran al guía supremo Mohamed Badie», indicó la página web del Partido de la Justicia y la Libertad (PJL), formación política de los Hermanos Musulmanes, como primera reacción a la detención de un Badie que es «un individuo entre los millones que se oponen al golpe de Estado». Para un grupo habituado a la persecución y a operar en la clandestinidad no es nueva la detención de un Guía. El analista político Ragaa al-Basil compara la situación con «una máquina a la que le quitas una pieza, se sustituye por otra y sigue funcionando. Siempre en la Hermandad hay gente en la sombra, en la segunda fila, dispuesta a asumir responsabilidades y ese es el caso de Ezzat».
A lo largo de sus 85 años de historia, el grupo fundado por Hasán al-Banna ha pasado más tiempo en la clandestinidad que en la legalidad y demostrado su capacidad de sobrevivir tras las oleadas represivas de 1954 y 1965, en la era de Gamal Abdel Naser, y en 1981 durante los meses anteriores al asesinato de Anuar el-Sadat.
Romper la línea roja
Jorge Fuentelsaz, doctor en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid y coautor del blog 'Los Hermanos Musulmanes', donde sigue la actualidad del grupo en la era post Mubarak, piensa que «la detención de Badie, por un lado, significa un nuevo y claro paso de los militares para intentar neutralizar a los hermanos y la ruptura de una línea roja que Mubarak evitó traspasar en su mandato. Es también una medida que claramente anula cualquier opción de diálogo o reconciliación con la agrupación, algo que, por otra parte, ya había quedado claro con la decisión de tachar a los Hermanos Musulmanes de terroristas». En el seno del grupo islamista repiten que «Naser nos mató, Sadat nos amnistió y Mubarak nos silenció», ahora tendrán que añadir a Abdul Fatah el-Sisi, jefe del Ejército, a esta lista de generales con los que han convivido desde su creación.
La 'semana de la ira' no está teniendo el seguimiento esperado en las calles de un país donde la mayor parte de la población da muestras de agotamiento y sueña con pasar página. El aumento de la seguridad, las detenciones en masa y el «uso desproporcionado de la fuerza» -como denuncian organismos como Amnistía Internacional- de Policía y Ejército han debilitado la capacidad de movilización islamista.