Egipto se prepara para la respuesta islamista
Tras una jornada de funerales llega el primer viernes de movilización para los Hermanos Musulmanes
Actualizado: GuardarFilas y filas de cadáveres envueltos en sudarios esperaban en Ciudad Naser la llegada de familiares para ser identificados, en una jornada marcada por el luto y la llamada a la participación masiva en los funerales por las víctimas de los brutales desalojos de las acampadas pro Mohamed Mursi en El Cairo. Egipto sigue en estado de shock tras uno de los días más violentos de su historia reciente en el que, según los últimos datos oficiales, 525 personas -entre ellas 482 civiles- perdieron la vida y hubo más de 3.500 heridos en todo el país. Números que los Hermanos Musulmanes no comparten porque el Ministerio de Sanidad solo contabiliza los cuerpos que pasan por su red de hospitales y aseguran que hay más de 2.000 víctimas mortales. La mezquita Al-Imam, próxima a la plaza de Rabaa al-Adawiya donde durante semanas se mantuvo la gran acampada antigolpista, fue el epicentro de los funerales de los manifestantes caídos. No muy lejos, también en el distrito de Ciudad Naser de la capital, se llevó a cabo el funeral oficial por los 43 policías muertos en los disturbios, en el que participó el ministro del Interior, Mohamed Ibrahim.
La fuerza ha terminado con las acampadas que desde el 3 de julio pedían la liberación de Mursi y la restauración de la Constitución aprobada en referéndum en diciembre, pero no ha zanjado una crisis que se adentra en una nueva fase en la que los Hermanos Musulmanes mantienen su llamamiento nacional a las movilizaciones contra las autoridades golpistas, las primeras hoy mismo tras el rezo del mediodía. Gehad el-Haddad, portavoz de la Cofradía, alertó en su cuenta de Twitter que la violencia empleada por las fuerzas de seguridad ha provocado que «la rabia está ahora fuera de control».
Ni la declaración del estado de emergencia, ni el toque de queda impuesto en la mayor parte del país de siete de la tarde a seis de la mañana amedrentó a los seguidores del grupo islamista, que volvieron a salir a las calles para gritar que están dispuestos al martirio para defender sus votos. Frente a ellos, colectivos anti Mursi como Tamarod (rebelión) también pidieron a sus partidarios que salgan a las calles y formen «grupos civiles de vigilancia» bajo la advertencia de que «quien tiene miedo no puede traer la libertad».
A lo largo de la jornada un grupo de manifestantes atacó con cócteles molotov la sede de la Gobernación de Giza y al menos tres policías murieron en un ataque a una comisaría en el barrio de Heluan, en el sureste de la capital, informó la agencia estatal Mena. La respuesta inmediata de las autoridades fue dar luz verde al uso de munición para combatir «cualquier ataque en las instalaciones gubernamentales o contra las fuerzas de seguridad del Estado», según un comunicado del Ministerio de Interior difundido por la cadena de televisión estatal.
El Ministerio apuntó que ha tomado esta decisión «a la luz de los ataques terroristas de los Hermanos Musulmanes contra instituciones y la Policía, sus intentos de apoderarse de armas y el corte de caminos para sembrar el caos». El Consejo de Ministros egipcio emitió también comunicado en el que manifestó su decisión de «afrontar los actos de terrorismo y de sabotaje llevados a cabo por los Hermanos Musulmanes con toda la fuerza». En Alejandría también se reavivaron las protestas al atardecer y hubo duros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Los medios nacionales, públicos y privados, cerraron filas en torno a las autoridades interinas y en los titulares de los diarios más importantes se podían leer frases como «Final a la pesadilla de los Hermanos Musulmanes». En la prensa local no hay debate sobre lo ocurrido y lo importante es pasar página cuanto antes. Decisiones como la del ex vicepresidente Mohamed el-Baradei de presentar su dimisión por no compartir los métodos empleados por las autoridades son actos aislados dentro del frente formado por los detractores de los Hermanos Musulmanes.
El ataque de las fuerzas de seguridad contra las acampadas recibió la condena internacional y Occidente criticó el uso desproporcionado de la fuerza. Pero llamó la atención la postura de la Liga Árabe, cuya secretaría general evitó condenar a las autoridades egipcias y destacó que el Gobierno había adoptado medidas para «contener la situación»y preservar la «seguridad y estabilidad del país». La Liga expresó su preocupación por la muerte de cientos de personas y llamó a todos los Estados árabes a que respalden a Egipto «en esta tormentosa etapa».
Ataques a iglesias
Las nuevas autoridades han optado por criminalizar todo lo relacionado con la Hermandad. Los medios de información del grupo permanecen clausurados y las sedes que no han sido atacadas, permanecen cerradas. Los líderes está en el punto de mira de la Justicia y 24 horas después del desalojo se decidió renovar por otros quince días la prisión preventiva contra el depuesto presidente Mursi y el presidente del Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político del grupo islamista y ganador de las primeras elecciones libres en el país, Saad Katatni. Al expresidente le acusan de colaborar con el movimiento islamista palestino Hamás para perpetrar «acciones enemigas contra el país».
Como ya ha ocurrido antes en las semanas posteriores a la caída de Mursi, la violencia contra la Hermandad provocó ataques de los sectores islamistas contra la minoría cristiana, que representa aproximadamente a un 9% de los 80 millones de habitantes del país y es uno de los sectores que ha respaldado de manera más firme el golpe del 3 de julio. El primer ministro interino, Hazem Al Beblaui, condenó las «acciones criminales» que sufrieron siete iglesias en el país y destacó que «la unidad de musulmanes y cristianos es una línea roja y las fuerzas de la oscuridad y el terrorismo no lograrán afectar o debilitarla».
Los ataques se produjeron en el Norte del Sinaí, en el noreste del país y en las provincias de Asiut, Minya y Sohag, ubicadas al sur de El Cairo, y el jefe del Ejército y ministro de Defensa, general Abdel Fatah el-Sisi, auténtico hombre fuerte del nuevo Egipto, ordenó al departamento de Ingeniería Militar reconstruir y reparar rápidamente todas los templos.