Los islamistas nigerianos no perdonan la traición

Boko Haram ha llevado a cabo una campaña de castigo a gran escala contra la población musulmana que ayuda al Ejército en su lucha contra la milicia radical. A lo largo del pasado fin de semana, los extremistas han atacado diversas poblaciones de los estados nigerianos de Borno y Yobe ejecutando de forma cruel a supuestos colaboradores. Las cifras de muertos varían según las fuentes. Los medios locales apuntan que más de sesenta personas han sido ejecutadas en diversas operaciones, mientras que la BBC asegura que tan sólo en una mezquita de la ciudad de Konduga fueron asesinados 44 fieles que participaban en las oraciones del domingo. Portavoces del Hospital Universitario de Maiduguri han confirmado la recepción de 26 heridos con impactos de bala.

La mayor violencia tuvo lugar en las áreas campesinas. Los asaltantes, provistos de vehículos y motocicletas, irrumpieron en los poblados campesinos a lo largo de las primeras horas del sábado y domingo. Los testigos señalan que llegaron vestidos con uniformes policiales y militares, y tras capturar a sus víctimas en viviendas y templos, las ataron a la espalda para degollarlas entre gritos de 'Alá es grande'.

Los diarios nigerianos señalan que las personas asesinadas en estas zonas rurales eran sospechosas de participar en los grupos de vigilancia o de ser informantes de los cuerpos de seguridad. El procedimiento utilizado en esta venganza difiere sustancialmente del habitual 'modus operandi' de Boko Haram. Los radicales suelen atacar con armas de fuego templos cristianos, centros sanitarios y oficinas administrativas con la intención de provocar matanzas indiscriminadas.

El ensañamiento de estos últimos asaltos parece destinado a atemorizar a la población musulmana que, cansada de la barbarie, había comenzado a organizarse en brigadas de autodefensa y apoyaba al Gobierno, empeñado en desalojar a los fundamentalistas de sus feudos.