El oficio de resinero renace con el paro
Esta actividad ayuda al cuidado y conservación de los montes, así como a fijar la población de municipios que habían sufrido la despoblación El desempleo ha hecho resurgir este trabajo, que tuvo su edad dorada en los años sesenta
TOLEDO. Actualizado: GuardarLa crisis y el paro no solo están obligando a muchos españoles a ajustar sus presupuestos y a buscar trabajo en sectores que nada tienen que ver con su formación. También están provocando que oficios olvidados o casi desaparecidos se recuperen y sean una auténtica alternativa económica. Es el caso del oficio de resinero, que a partir de la segunda mitad del siglo XX comenzó a decaer hasta convertirse en una rareza en los montes. La agricultura y las labores forestales son hoy una opción real para no seguir formando parte de las listas del desempleo. Bien lo saben los ocho resineros que este verano están trabajando en los montes de la provincia de Guadalajara. En agosto ha tocado la 'remasa', término que también ha habido que desempolvar del diccionario. Consiste en la recogida de la miera segregada por los pinos.
Los ocho se formaron a finales de 2012 a través de unos cursos de la Diputación de Guadalajara y ahora trabajan en pinares de los municipios de Iniéstola, Jócar y Semillas, en el Alto Tajo y en la Sierra Norte de Guadalajara, extrayendo la resina de 40.000 árboles en fincas públicas de estos tres ayuntamientos y de la Junta de Castilla-La Manch. Uno de estos resineros es Estrella Gil, la propia alcaldesa de Iniéstola, una pequeña aldea de menos de 50 habitantes. Hace tiempo no dudó en abandonar su empleo en Madrid para volver al pueblo y ahora ha encontrado trabajo con la resina, materia que también dio de comer a sus antepasados hace décadas. «No es el oficio que hubiera elegido en un primer momento, pero tal y como están las cosas y, teniendo en cuenta que en el pueblo no hay nada de trabajo, esto es una forma de sacar un dinero y, de paso, cuidar el pueblo y el monte», reconoce.
Y es que el trabajo de resinero no es una labor sencilla: se ejerce en verano, hay que soportar altas temperaturas y es totalmente manual. Además, se realiza en los no siempre cómodos pinares.
Nuevos cursos
No obstante, la Diputación de Guadalajara ha recibido tantas llamadas solicitando información que en otoño tiene previsto organizar nuevos cursos de formación para que el año que viene pueda haber más resineros en los montes de esta provincia. «Además de recuperar un oficio que genera empleo, se contribuye a fijar población en los pueblos y ayuda al cuidado y vigilancia de los montes», indica Lucía Enjuto, diputada delegada de Desarrollo Rural en la Diputación alcarreña. «Queremos organizar más cursos de formación para despertar el interés en esa actividad económica que antes se realizaba en todos los montes de la provincia, aunque esto dependerá de la disponibilidad de montes que oferten tanto los ayuntamientos de la provincia como la Junta de Castilla-La Mancha», añade.
Quienes se formaron en los cursos de diciembre no han parado de trabajar este verano. Antes, participaron en el I Encuentro Regional de Resineros de Castilla-La Mancha, que se celebró en Cuenca, lo cual les animó aún más para seguir en este duro oficio. Más tarde se pusieron manos a la obra con las primeras tareas de resinado, lo que se conoce como 'desroñe' en el argot. Y así hasta este mes de agosto en que el trabajo ha llegado a su fase definitiva.
El resultado de esta 'remasa' ha superado todas las expectativas pues están recogiendo más de lo que se preveía debido a que las altas temperaturas han incrementado la cantidad de resina que segrega cada pino.
Su precio -más de un euro el kilo- se ha incrementado en los últimos años. La extraída ahora en Guadalajara irá a parar a una empresa de Cuéllar (Segovia) que ha ofrecido «un precio muy bueno», según dice la diputada de Desarrollo Rural.
Pinturas, aguarrás, pegamentos, fragancias, cosméticos, ceras de depilación e incluso chicles serán las aplicaciones de esta resina, recogida con paciencia como regalo de los pinos. Este trabajo tuvo su edad de oro en los años 60, cuando España era la tercera productora mundial de resina Sin embargo, a partir de los años 80, la entrada en el mercado de China y Brasil, junto con el aumento de los sueldos, acabó relegando esta actividad al olvido.