La pasión como excusa
Actualizado: GuardarAl generalizar no siempre somos justos, al menos eso pienso yo, aunque bien es cierto que se utiliza como una forma cómoda de intentar entender la realidad que nos rodea. Así, solemos acogernos a ideas preconcebidas, normalmente negativas, para calificar los comportamientos de ciudadanos que pertenecen a naciones, regiones o zonas concretas. Por ejemplo, los catalanes tienen el estigma de ser austeros y peseteros, a los andaluces nos suelen calificar como simpáticos pero vagos, etc... Eso ocurre con las regiones autonómicas, pero también podemos extenderlo a la geografía europea y mundial. Sin ir más lejos, a los que vivimos en países mediterráneos se nos considera apasionados por naturaleza, una circunstancia de la que nos orgullecemos y a veces llevamos hasta unas consecuencias extremas. De eso todos tenemos nuestra parte de culpa, desde los políticos, hasta los medios de comunicación (en especial la televisión), pasando por los representantes de colectivos y por supuesto los propios ciudadanos. Es famosa, a mi parecer por desgracia, la frase de Belén Esteban «yo por mi hija mato», vamos que soy capaz de cometer un delito si se meten con mi hija. Todo muy pasional. Pero todo esto viene a cuento de lo ocurrido el pasado viernes en Jerez y más concretamente en las oficinas del Xerez CD, donde un grupo de vándalos destrozó el mobiliario y asustó a la veintena de trabajadores del club con un comportamiento deleznable.
No creo que alguien pueda defender estos actos que desgraciadamente se producen con cierta habitualidad. No me refiero solo a las agresiones, lo extiendo a la pasión que despierta el fútbol u otras actividades de ocio en la gente, que les lleva a perder la cabeza, a dejar de ser racionales. Qué sentido tiene acosar a presidentes, jugadores y entrenadores, manifestarse en la calle, como si les fuera la vida en ello, para pedir que su equipo del alma no descienda a segunda, tercera o desaparezca.
Una de las acepciones de la definición de pasión es clarificadora: « Sentimiento muy intenso que domina la voluntad y puede perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira». Si de eso tenemos que sentirnos orgullosos...