Al borde de la ruptura social
Las autoridades de Beirut hacen frente a un masivo éxodo de refugiados en medio de un país partido entre fieles y detractores del régimen de Damasco
Actualizado: GuardarEl secuestro de los dos pilotos de Turkish Airlines representa un nuevo golpe para la convivencia en Líbano. Un país que engloba un mosaico de confesiones y contempla dividido entre fieles y detractores de Bashar el-Asad la guerra que sufre la vecina Siria. Los efectos del conflicto traspasan continuamente una frontera cada vez más volátil. No solo por los miles de desplazados que huyen a diario de la violencia sino por los combates e impactos de proyectiles que en ciudades limítrofes como Trípoli han matado a decenas de personas.
Las históricas fracturas que arrastra Líbano se han hecho más evidentes en la línea divisoria que separa a ambos Estados. Mientras guerrilleros de la milicia chií Hezbolá cruzan la frontera para luchar en las filas de El-Asad, grupos de civiles -en su mayoría suníes- se unen al Ejército Sirio Libre para combatir al dictador. Los estrechos lazos del Gobierno de Beirut con Damasco también se han visto sacudidos por los crecientes daños de un conflicto que se propaga en toda la región.
Saturado por la masiva llegada de refugiados, el Ejecutivo libanés ha pedido ayuda a los organismos internacionales para poder hacer frente al éxodo. Según cálculos de la ONU, el país acoge a la mayoría de los 1,8 millones de desplazados que ha ocasionado una guerra civil que en poco más de dos años ha causado la muerte de al menos 100.000 personas. Tampoco son ajenas al drama del exilio Turquía y Jordania, otras de las rutas más frecuentes de la población siria.
La organización Human Rights Watch, sin embargo, ha denunciado que Líbano ha prohibido la entrada a los palestinos que se instalaron en Siria y ahora se ven obligados a hacer de nuevo las maletas por causa de la espiral de violencia. «¿Cómo puede ser capaz de dar la espalda a aquellos que están desesperados y los han perdido todo?», denunció el subdirector de la ONG para Oriente Próximo y Norte de África, Joe Stock.