Rajoy y Cameron se enrocan en sus posiciones sobre la crisis de Gibraltar
Acuerdan negociar una salida a la escalada de tensión en torno al Peñón, al tiempo que uno y otro defienden que sus posturas son inamovibles
Actualizado: GuardarMariano Rajoy y David Cameron hicieron ayer un alto en sus vacaciones para intentar desbloquear la actual disputa en torno a Gibraltar. El primer ministro británico telefoneó al presidente español por espacio de diez minutos para tratar la situación, una llamada cuya solicitud se cursó el pasado martes por parte de Londres. Las notas emitidas sobre la conversación tanto por Moncloa como Downing Street concuerdan en la voluntad de alcanzar una salida negociada a este último conflicto, aunque en ellas se insiste de la misma forma en defender las posturas, inamovibles, de una y otra parte. También coinciden en calificar la presente situación de «inaceptable». En el caso español, porque la decisión del Ejecutivo del Peñón de desplegar 70 bloques de hormigón en aguas de la bahía de Algeciras es un reflejo de la política de hechos consumados puesta en práctica por el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. Para Cameron, lo «inaceptable» está en el incremento de los controles policiales españoles en torno a la verja que rodea a la colonia y la amenaza lanzada por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, de imponer una tasa de entrada y salida al Peñón de 50 euros.
Ambos mandatarios pactaron ordenar a sus titulares de Exteriores que entablaran contacto «de inmediato» para desbloquear la situación. Los ministros lo hicieron apenas unas horas después. Las buenas palabras intercambiadas por sus superiores se repitieron, pero ambas partes volvieron a poner de manifiesto el abismo que les separa sobre Gibraltar y que hace inviable a corto plazo solución alguna de fondo al conflicto. García-Margallo insistió en que España no se sentará a negociar en una mesa con representantes gibraltareños. Tal y como ha mantenido desde que el PP asumió el poder, en diciembre de 2011, el Gobierno solo negociará con el Reino Unido. Para el caso de que los contactos incluyesen a las autoridades del Peñón, exige que se abran a todas las partes implicadas, entre las que están los pescadores de la bahía de Algeciras, los municipios del Campo de Gibraltar o la Junta de Andalucía. Londres, en cambio, insiste en que no pactará nada con España que previamente no haya recibido el visto bueno de los habitantes de la colonia. A este respecto, el comunicado de Downing Street aclaró ayer que Cameron destacó ante Rajoy que la postura británica no ha variado un ápice.
Las buenas intenciones expresadas por los ministros de Asuntos Exteriores alcanzaron el compromiso de crear un grupo de trabajo formado por técnicos para poner fin a la actual escalada de acciones. Pero, pese a que según Londres Rajoy se habría comprometido a suavizar las inspecciones policiales en torno a la frontera de ambos territorios, García-Margallo manifestó a su interlocutor que «España se reserva la potestad de hacer controles para evitar los tráficos ilícitos, así como adoptar las medidas que estime convenientes para evitar el fraude fiscal, las violaciones al medio ambiente y cualquier acto que vaya contra el ordenamiento español y comunitario».
A la espera de Picardo
Aunque muy distantes en sus posiciones, las intenciones manifestadas por Madrid y Londres permiten albergar un atisbo de entendimiento entre las dos partes, al menos en lo que a la presente crisis se refiere. Falta por conocer la posición del Ejecutivo gibraltareño. Desde que asumió su cargo, a finales de 2011, Picardo, que se encuentra de vacaciones en el Algarve portugués, ha ofrecido escasas muestras de ceder ante las pretensiones españolas. Es por ello que parece poco probable que vaya a ordenar la retirada de los bloques de hormigón, una acción que fue señalada por Madrid como origen de este enésimo encontronazo y que se exige se lleve a cabo para desbloquear la situación. De momento, Picardo anunció anteayer que antes de que las estructuras sean recogidas «se helará el infierno».
Las conversaciones al más alto nivel mantenidas ayer no parecieron tener su reflejo en los accesos a la colonia. Después de que al comienzo de la semana se relajara la presión policial española en torno a la frontera, ayer se volvieron a registrar colas que en algunos momentos llegaron a retrasar la entrada en el Peñón hasta tres horas.
Desde la oposición, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, brindó el apoyo y la colaboración de su partido al Ejecutivo de Rajoy. Ello no le impidió exigir a García-Margallo que evite caer en «excesos verbales» hacia las autoridades gibraltareñas.
«Los ministros de Exteriores tienen que usar la diplomacia y el nuestro, de vez en cuando, se olvida de la diplomacia y entonces las cosas van peor», aseguró el líder socialista, quien aun así llamó al Gobierno del Peñón a cumplir la ley.