Comienza el juicio de la matanza de Fort Hood, donde murieron 13 soldados
Nidal Hasan se enfrenta a 13 cargos de asesinato premeditado y a 32 en grado de tentativa, tras abrir fuego en el centro médico de la base militar en noviembre de 2009
Actualizado: GuardarUn mediático seguimiento acompañó ayer el inicio del juicio contra Nidal Malik Hasan por los crímenes cometidos cuatro años atrás en la base militar de Fort Hood en Texas, donde el acusado mató a 13 personas e hirió a otras 32 en uno de los tiroteos más dramáticos registrados en la historia del Ejército estadounidense.
Hasan, antiguo psiquiatra del Ejército de 42 años, que se enfrenta a 13 cargos de asesinato premeditado y a 32 de asesinato en grado de tentativa, reconoció los delitos que se le imputan y aseguró que lo hizo para proteger a los musulmanes y talibanes de Afganistán, donde estaban destinados los soldados fallecidos.
Los testigos de los hechos aseguran que el 5 de noviembre de 2009 Hasan entró en las instalaciones sanitarias de la base de Fort Hood, donde los soldados iban a someterse a controles médicos, se subió a una mesa armado con dos pistolas y al grito de «¡Allahu al bar!» -Dios es grande, en árabe- abrió fuego indiscriminadamente contra los presentes.
El psiquiatra se representará a sí mismo en el pleito -que tendrá lugar en la base militar donde se produjo la matanza-, después de renunciar a ser defendido por los dos abogados militares provistos por el pentágono y por uno civil. En calidad de abogado, Hasan deberá interrogar a varias de sus víctimas, muchas de las cuales aun llevan incrustadas en el cuerpo las balas del ataque.
Si es declarado culpable, Hasan se enfrenta a una posible pena de muerte, una condena inusual en el Ejército y muy difícil de aplicar, puesto que los procesos de apelación pueden alargarse durante más de 10 años. Además, para ser condenado a la pena capital, el jurado marcial -compuesto por nueve coroneles, tres tenientes de coronel y un comandante- que considerará las pruebas contra él, deberá votar de manera unánime a favor de esta sanción.
El acusado, que iba a ser enviado a Afganistán antes del ataque, trató de basar su defensa en el argumento de que quería salvar vidas y defender a sus hermanos musulmanes en una guerra ilegal, estrategia que fue prohibida por la juez Tara Osborn, encargada del caso. La magistrada insistió en que el acusado debía ceñirse a los hechos durante el proceso, ya que «no hay pruebas que sustenten que alguien en Fort Hood fuera una amenaza inmediata para nadie en Afganistán».
Por su parte, la acusación espera demostrar que Hasan, musulmán devoto, sufrió una «progresiva radicalización». La juez ha aceptado que la fiscalía aporte la documentación y los correos electrónicos que prueban que el acusado estuvo navegando en webs yihadistas antes del tiroteo e intercambiando correspondencia con el imán radical Anwar al Aulaqi, fallecido en un ataque de 'drones' estadounidenses en Yemen, en septiembre del 2011.
«Las pruebas son tan evidentes, que no hay duda de que será condenado», asegura Richard Rosen, coronel retirado y profesor de derecho en la Universidad de Texas Tech.
Ante un posible cara a cara con su agresor, Alonzo Lunsford, sargento retirado que perdió la visión de un ojo durante el ataque, aseguró que «adoptaré una actitud militar» y «voy a mostrarle que no puede sacarme de mis casillas». Otros testigos heridos durante el tiroteo, y no tan confiados con la inminente vista, declararon que «no tengo un buen presentimiento», porque «creo que (...) quiere burlarse de nosotros y perseguirnos».