La condena de Silvio Berlusconi deparó imágenes de celebración frente al edificio del Tribunal Supremo en Roma. :: TIZIANA FABI/ AFP
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Condena firme para Berlusconi

La pena de un año en arresto domiciliario o servicios sociales ratifica la cárcel, a la que no irá por edad, y aplazala inhabilitación

ROMA. Actualizado: Guardar
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Desde ayer a las 19.40 horas, Silvio Berlusconi ya no podrá agarrarse al argumento de que nunca le han condenado de forma definitiva, pese a la gravedad de muchos procesos donde se ha salvado por la prescripción del delito -siete veces- o porque él mismo se hacía leyes para anularlos. A esa hora, por primera vez en veinte años de pelea con la magistratura, el Tribunal Supremo italiano emitió una pena en firme contra él. Tras dos días de aplazamientos y siete horas de deliberaciones, confirmó la mitad de la condena en el 'caso Mediaset': cuatro años de cárcel para el ex primer ministro por un colosal fraude fiscal en la compra de películas de sus televisiones, incluso mientras era jefe de Gobierno.

De todos modos, dicho esto, luego todo degenera a la italiana, porque la resolución está llena de peros en la letra pequeña. En realidad los cuatro años se quedarán en uno y en ningún caso irá a la cárcel. Elegirá entre el arresto domiciliario y prestar servicios sociales a la comunidad, aunque ya sólo verse en esa situación suponga un duro golpe para él. Por otro lado, de forma salomónica, el Supremo ha congelado la otra mitad de la sentencia, los cinco años de inhabilitación en cargos públicos, que en realidad era lo que más tensión e interés había desatado. Ha devuelto la pelota al tribunal de segunda instancia para que vuelva a calcular los años, pues considera que se ha equivocado y no pueden ser más de tres, tal como señaló el propio fiscal el martes.

Son una incógnita las consecuencias de la condena del líder de la derecha en la política italiana, que hasta ahora ha demostrado enormes tragaderas y si significará el final de la carrera de Berlusconi. Para empezar, hay que ver cómo digerirá 'Il Cavaliere', que anoche guardaba silencio, esta mancha en su historial, aunque estaba probado desde hace años en varias sentencias que es un delincuente. Será interesante observar cómo responderá a la novedad de un fallo definitivo y si comenzará a sacar conclusiones morales de sus procesos o seguirá como si nada. Igual que será decisivo comprobar si la condena influye en su respaldo electoral. En todo caso no parece de recibo a nivel internacional y podría haberse cerrado la puerta a un hipotético regreso en el futuro a la presidencia del Gobierno. Por supuesto, también a la presidencia de la República, puesto que ambicionaba.

Por eso el cabo suelto de la inhabilitación en cargos públicos tiene una importancia relativa. Es más, ya la tenía dado que Berlusconi no pisa jamás el Parlamento y puede perfectamente hacer política moviendo los hilos de su partido sin presentarse a las elecciones. Como Beppe Grillo, por ejemplo. El error en el cálculo de la pena en ese punto es una de esas situaciones incomprensibles de la Justicia italiana. Nunca se sabe si son simple chapuza o se deben a la infinita capacidad de matices de su bizantino laberinto legal. Lo decisivo para el panorama político es que ese frente, que amenazaba con echar a Berlusconi de su escaño en el Parlamento y dejarle fuera de las próximas elecciones, queda por el momento desactivado y habrá que ver cómo se desarrolla. Pero es posible que pierda peligrosidad. El nuevo proceso para fijar esa pena, que en cualquier caso también llegará y ya no caerá en prescripción, empezará en otoño. Pero la nueva decisión se podrá recurrir al Supremo, así que la política italiana seguirá mareando la perdiz con el asunto durante otro año, con la posibilidad de nuevas sorpresas, trucos y momentos periódicos de catarsis como el de esta semana. El culebrón no ha terminado, pero ya será más aburrido.

La sentencia de ayer era un día muy temido y esperado desde hace años en la democracia italiana, al que se ha llegado con un agotamiento general, pues la suerte del país parece girar en torno a los destinos de un solo hombre, y a las puertas de las vacaciones. El 'caso Mediaset' empezó a investigarse hace doce años y el juicio ha tardado siete, plagado de intentos de Berlusconi por burlarlo, más recientes amenazas de derribar ahora el Gobierno si le condenaban. El frágil Ejecutivo de emergencia de izquierda y derecha de Enrico Letta parece que no caerá por esta vez, menos aún con el aplazamiento de la inhabilitación, el punto más conflictivo.

La pena del líder de la derecha encierra una paradoja muy significativa. Los cuatro años de cárcel se quedan en uno al beneficiarse de una amnistía del Gobierno de centro-izquierda de Romano Prodi. Es una imagen perfecta de la situación que ha vivido Italia estas dos décadas, donde las culpas se reparten: la primera vez que por fin condenan a Berlusconi y se libra gracias a un regalo de la oposición. Que, por otra parte, ahora gobierna con él y tendrá que taparse aún más la nariz tras esta condena. Letta ayer también guardó silencio. Pero la base del Partido Demócrata (PD) está revuelta y asqueada. En cuanto al año restante de la pena no será de cárcel porque el propio Berlusconi se hizo una ley para ahorrarle la prisión a los mayores de 70 años.

El morbo ahora se traslada a si elegirá el arresto domiciliario o los servicios sociales. Tiene de plazo hasta el 15 de octubre. Es un entretenimiento asegurado para los próximos meses, porque si bien se antoja imposible imaginar a Berlusconi sirviendo platos en un comedor público lo cierto es que el arresto domiciliario, por mucho que lo cumpla en su villa de Cerdeña con playa, presupone restricciones que se le harán insufribles, como la prohibición de recibir llamadas y visitas.