Los diputados y sus maletas ocupan el Senado
Las obras en el edificio Congreso obligaron a trasladar a la Cámara alta uno de los debates más importantes del año
MADRID. Actualizado: GuardarLa de ayer fue, como mínimo, una inusual sesión del Congreso. Lo fue por el dónde, el cuándo y el porqué se celebró este pleno extraordinario.
El Senado se trasmutó en Cámara baja, un disfraz que le forzó un volumen de actividad más allá de lo acostumbrado en unas instalaciones abonadas al sosiego y el debate sereno. Los asientos de los senadores fueron ayer ocupados por diputados, desalojados de su habitual lugar de encuentro por las obras que se están acometiendo en el Congreso y que se alargarán hasta septiembre. Y es que nadie contaba con que sus señorías fueran a reunirse un primero de agosto para una sesión extraordinaria. Pero la actualidad manda, y el 'caso Bárcenas' también.
Sea como fuere la 'operación salida' tuvo su reflejo en las dependencias del Senado, por donde muchos de los diputados se pasearon acompañados de sus maletas con el fin de no perder un minuto más del necesario de cara al inicio de sus vacaciones. El nuevo escenario resultó desconocido para muchos de ellos. Tanto que algunos encontraron dificultades hasta para encontrar los aseos, algo en lo que veteranos como el exvicepresidente socialista Alfonso Guerra mostraron la seguridad que otorgan 36 años de experiencia.
La manifiesta importancia de la cita, con peticiones de dimisión al presidente sobre la mesa y una moción de censura sobrevolando el ambiente, fue pareja al interés de los medios. Cámaras, micrófonos y portátiles inundaron unos pasillos del Senado que unas mesas improvisaron como sala de prensa.
Lleno absoluto
La tribuna del hemiciclo colgó el 'no hay billetes'. Todas sus butacas ocupadas y buena parte de sus escaleras también, en este caso por periodistas. Entre las visitas con asiento reservado hubo dirigentes del PP, con la secretaria general María Dolores de Cospedal y la alcaldesa de Valencia Rita Barberá a la cabeza. A la que más se vio gesticular fue a la primera, sobre todo cada vez que el secretario general socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, detalló aspectos de la relación, en este caso por mala, entre la presidenta de Castilla-La Mancha y el extesorero del Partido Popular.
Más abajo, en la arena, es donde el Senado más se asemejó al Congreso, para peor. La paz solo duró un minuto en el hemiciclo. El de silencio que dedicaron sus señorías a las víctimas del accidente de Santiago. Los diputados llevaron consigo hasta la Cámara alta sus modos, más bruscos de los que en ella normalmente despliegan sus habituales inquilinos: aplausos cerrados al jefe de filas e interrupciones al contrario con algún grito de «vergüenza» devuelto a su vez desde la bancada contraria con un «vergüenza la tuya». Una técnica esta legislatura en la que por simple cuestión aritmética siempre gana el PP. La bronca fue de menos a más y alcanzó su momento cumbre en el turno de réplicas, coincidiendo con la elevación del tono en los ataques cruzados entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Aun así, el 'exiliado' presidente del Congreso, Jesús Posada, se felicitó por el buen comportamiento de los diputados del Congreso, ayer en el Senado.