División demócrata sobre el sustituto de Bernanke

Las apuestas están que arden en la que ha sido denominada la decisión más importante de Barack Obama en su segundo mandato. Ben Bernanke, el hombre que ha pilotado la Reserva Federal durante los duros años de la Gran Recesión, deja el cargo en enero. La lista para sustituirle contiene solo dos nombres: Larry Summers, veterano político demócrata con gran ascendente en Washington y Wall Street, y la actual vicepresidenta de la Fed, Janet Yellen.

Primera mujer que opta al cargo, Yellen cuenta con el respaldo del sector más liberal del partido tras haberse ganado una reputación de luchadora contra el desempleo. Su voz ha sido clave en la institución monetaria para mantener la política de compra masiva de bonos que desde 2011 ha sido imprescindible para dinamizar la actividad económica en EE UU.

Curtido en mil batallas, Summers es la manzana de la discordia porque su probado manejo de los resortes de la economía -brilló como secretario del Tesoro con Bill Clinton- es inseparable de un peligroso apetito por la desregulación. A él se deben algunas de las medidas que dispararon el afán especulativo de la banca y las burbujas que precedieron al crack de 2008. Con antecedentes tan dispares, hay indicios de que Summers, profesor en Harvard, y Yellen no coinciden en el asunto más importante: hasta cuándo y con qué intensidad deben prolongarse los programas de estímulo de la Fed para apuntalar los modestos progresos que se registran mes a mes.

La trayectoria de Yellen apunta a que nunca pondría el freno antes de los plazos y condiciones reiteradas por Bernanke. Esto es, empezar a reducir la inyección antes de 2014 siempre que el paro baje al 7%. Summers y el poderoso grupo que lo apoya ya han dicho que la última ronda de compra de bonos -85.000 millones de dólares mensuales- ayuda muy poco a la recuperación e incluso podría dañarla.