Vivir con Ratzinger «es como tener al abuelo en casa»
RÍO DE JANEIRO. Actualizado: GuardarUna de las cuestiones inevitables planteadas a Francisco fue su extraña convivencia con el Papa emérito, Benedicto XVI. Respondió con tranquilidad: «Algunos me dicen: '¿Pero cómo se puede hacer esto, dos papas en el Vaticano? ¿Pero no te molesta, él no te hace la revolución en contra? Yo encontré una frase para esto: es como tener al abuelo en casa, pero el abuelo sabio. En una familia el abuelo es venerado, amado, escuchado. Él es un hombre de una prudencia... no se mete. Si yo tuviera una dificultad o algo que no he entendido, puedo llamarlo».
Una de las noticias que dio ayer Francisco, además de confirmar que no volverá pronto a Latinoamérica, fue revelar por fin qué había en la gran caja que presidió su primer encuentro con Benedicto XVI el pasado mes de marzo. Las malas lenguas acertaron: era el famoso informe secreto de 'Vatileaks'. «Cuando fui para hablar de ese problema grande de 'Vatileaks' (...) Benedicto me dijo: 'En esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice tal, tal, tal. Lo tenía todo en la cabeza». Le preguntaron si al leer el dossier se asustó: «No, no me he asustado. Es un problema grande, pero no me he asustado». Aunque no contó qué decía.
Las grandes reformas esperadas en la Curia centraron varias preguntas. Contó que le fue fácil nombrar el consejo de ocho cardenales que estudiará las reformas en octubre y señaló que le interesaba sobre todo que fuera «outsider», de prelados ajenos a la Curia. En este sentido avanzó que es un primer paso hacia la «sinodalidad», un gobierno más compartido de la Iglesia, pendiente desde el Concilio Vaticano II, hace medio siglo.