El maquinista Francisco José Garzón abandona el juzgado el pasado domingo. :: LAVANDEIRA JR / AFP
ESPAÑA

El maquinista del Alvia no frenó porque no se dio cuenta de que llegaba a la curva

Garzón reconoce ante el juez instructor que iba distraído y que el siniestro se debió a un error humano y no a fallos técnicos

SANTIAGO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Iba distraído. Lo suficiente para no reconocer el tramo por el que circulaba a los mandos del Alvia, pese a que lo había atravesado en decenas de ocasiones. Fueron unos segundos con la mente en otro lado, suficientes para que Francisco José Garzón no percibiera que había llegado el momento de reducir la velocidad de los casi 200 kilómetros por hora que a los que circulaba el convoy desde hacía muchos minutos a los 80 que obliga la fatídica curva de A Grandeira para no descarrilar.

La desaceleración, además, debía producirse en un tramo de apenas cuatro kilómetros de longitud, una distancia que en la alta velocidad no da lugar a vacilaciones ni demoras. Pero, como el mismo maquinista reconoció ante el juez Luis Aláez, una distracción le llevó a pensar que circulaba por un tramo diferente del trayecto que une Orense con Santiago. Cuando se dio cuenta de lo que venía por delante ya era demasiado tarde. Según la investigación, accionó el freno de emergencias con el tren ya descarrilando. Ahora se le imputan 79 delitos por homicidio imprudente y otro importante número de lesiones.

Como medidas cautelares, el juez le ha inhabilitado para conducir trenes por seis meses, le ha retirado el pasaporte y le obliga a personarse cada semana en los juzgados. Ni el fiscal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia asignado al caso, Antonio Roma, ni las acusaciones -Renfe y ADIF, entre otras-, solicitaron prisión para el detenido, de 52 años.

Según fuentes jurídicas, Garzón admitió que el descarrilamiento estuvo motivado por un error humano y no hubo fallo técnico. Este reconocimiento de la imprudencia por parte de Garzón allana en gran medida la investigación del descarrilamiento, que sigue adelante. Tras el testimonio del conductor, hoy se conocerá la otra prueba que se antoja clave para aclarar las causas de la tragedia. Una comisión judicial extraerá los datos de la caja negra, que permitirán confirmar la velocidad con la que el Alvia enfiló la curva de A Grandeira. En paralelo, la Policía Judicial examina los restos de los vagones que conformaban el convoy y que han sido trasladados a la localidad de Padrón. A ello se suman los testimonios de los testigos. Desde el pasado sábado, la Policía comenzó a llamar a los pasajeros que resultaron heridos leves y que pueden trasladarse a comisaría para prestar declaración.

Ayer quedó restablecida la vía por la que descarriló el Alvia aunque los trenes no llegaron a circular aún por esta línea sino por la contigua. Como medida de precaución, lo hicieron a 30 kilómetros por hora en vez de los 80 kilómetros establecidos para la curva que se sitúa al pie del barrio de Angrois. Los testigos señalan que muchos vecinos se asomaron por la mañana a sus ventanas para observar el paso de los trenes. Todos lo hicieron en el más absoluto silencio.

Nuevos restos

Todas las víctimas mortales del accidente ferroviario de Santiago fallecieron por politraumatismos, lo que facilitó el procedimiento de identificación de los cadáveres, según confirmó a Efe la directora del Instituto de Medicina Legal de Galicia, Beatriz Otero. Otero detalló que los pasajeros fueron sometidos a «una violencia muy intensa», aunque los hubo «más afectados y otros menos». Según añadió, fueron necesarias las pruebas de ADN para tres cadáveres, cuyas huellas dactilares no eran visibles, pero el hecho de que murieran por politraumatismos y no por fenómenos ajenos, como una explosión o un incendio, donde «se desfiguran» partes del cuerpo, facilitó la labor de forenses y Policía Científica.

Hoy, cinco días después del accidente, un trabajador de ADIF halló una mano entre los escombros del descarrilamiento. Aún permanecen hospitalizadas 69 personas, 22 de ellas en estado crítico, entre los que se encuentran dos menores.

El director del 112 de Galicia, Santiago Villanueva, defendió que la coordinación en el operativo de emergencias fue «magnífica». Según los datos que ofreció, se movilizaron 60 ambulancias que trasladaron a los hospitales de la capital a más de 130 personas heridas. Intervinieron 550 agentes de la Policía Nacional, siete parques de bomberos y 25 agrupaciones de Protección Civil, entre otros efectivos como el Servicio de Intervención Rápida de la Guardia Civil, que iniciaban su turno a las 21.00 horas del miércoles 24 y fueron de los primeros en llegar al escenario del siniestro que hoy, fuentes de este cuerpo, describieron como «dantesco». «Sientes la impotencia de no haber podido hacer más. No hay forma de olvidarlo», comentó una agente.