Homenajes y familias rotas por toda España
Conforme avanzan las identificaciones de los fallecidos el drama se extiende como una mancha de aceite
MADRID. Actualizado: GuardarSolo faltan unos pocos fallecidos a los que poner nombre y apellidos. Los investigadores trabajan para identificar los cuerpos que aguardan las familias tras una angustiosa espera que, cuatro días después, no llega aún a su fin.
Mientras se suceden homenajes en recuerdo de las vidas pérdidas en la curva de A Graveira, se van conociendo más historias de los que viajaban en el Alvia que se dirigía a Ferrol. Un tren al que estuvo a punto de no subir un joven veterinario de Segovia, del que no ha trascendido su nombre, solo sus iniciales.
F. J. G. L., de 27 años, estuvo valorando como opción la posibilidad de coger un avión para ir a Santiago a reunirse durante unos días con un compañero de la universidad, algo que finalmente desechó. Y es que, como sucede con este caso, el dolor rebosó ayer los límites de la urbe compostelana para instalarse en multitud de ciudades de toda la geografía española, sumidas en el luto al conocer la muerte de algunos de sus habitantes. En la enumeración que realizó el comisario Antonio del Amo había fallecidos de todos los puntos cardinales del país. Además, se confirmó la presencia de otro extranjero entre las víctimas mortales. Se trata de Mohamed Chiad, un ciudadano argelino residente en Gandía. El martes se había despedido de su mujer y sus cinco hijos y emprendió el camino hacia la otra punta de la Península para intentar sacar un dinero en las fiestas patronales de Santiago con su puesto de 'kebabs'.
José Luis Baleiras Poch y su mujer Leonor Buendía, maestra jubilada; Jesús Antonio R. G., un adolescente de trece años de Vielha (Lérida); o Karmele Sanz, una economista y auditora natural de Andoain (Guipúzcoa) afincada en la capital gallega desde hace 15 años, que el miércoles regresaba a casa una vez más, otra de tantas, después de un viaje por trabajo a Madrid.
Todos ellos fueron los protagonistas del espontáneo homenaje que ayer decoró con flores, velas y frases de recuerdo las verjas de la catedral de Santiago gracias a los peregrinos y turistas que se acercaron a la plaza del Obradoiro. El alcalde santiagués, Ángel Currás, propuso dedicar un parque situado en el barrio de Fontiñas a la memoria de los muertos y a la «marea de generosidad sin límites que vivió la ciudad».