Tres heridos son atendidos en las vías :: EFE / LAVANDEIRA JR
ESPAÑA

Una oleada de solidaridad recorrió Galicia

Miles de personas acudieron a los centros de transfusión hasta el punto de que hubo que frenar las donaciones Los bomberos dejaron la huelga, médicos en paro se presentaron en los hospitales y enfermeros de vacaciones volvieron

SANTIAGO. Actualizado: Guardar
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Fueron las horas más tristes de la historia de Galicia, pero también los días en los que los gallegos mostraron su lado más solidario. No hubo horarios, no hubo vacaciones. Ni día de fiesta. Nadie miró el reloj en los hospitales ni en el tanatorio.

No hubo ni un solo minuto de descanso a pie de vía, donde operarios y bomberos, que sobre la marcha se olvidaron de que estaban de huelga desde hace días, se dejaron la piel literalmente para sacar a las últimas víctimas mortales del amasijo de hierros mientras los policías nacionales y municipales doblaban turnos para recoger las pertenencias de los pasajeros esparcidas por toda la culva maldita.

J. V. es enfermera en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Ya había acabado su turno. Se fue a casa y regresó pocas horas después apresuradamente. No fue la única ni muchísimo menos. La jornada se estiró para toda la plantilla sin que nadie tuviera que dar la orden.

Médicos que estaban de vacaciones, sanitarios en paro, enfermeros con y sin mucha experiencia se presentaron en los hospitales voluntarios para ayudar, reconoció el Sergas, el Servicio Gallego de Salud, que no daba crédito de la cantidad de personal a su disposición listo para atender la avalancha de heridos que estaban llegando.

Forenses de toda la comunidad se desplazaron para participar en las autopsias, conscientes de que el rápido estudio de los cuerpos y su identificación era el único consuelo que les quedaba a los familiares y amigos. No hizo falta que nadie lmovilizara a ese ejército de forenses. La mayoría de los médicos de la zona, especialistas en la identificación de cadáveres, se presentó en Santiago dispuestos a ayudar. Estaban con las batas puestas mucho antes, incluso, de que las autoridades decidieran donde iban a trasladar los cuerpos de los desafortunados viajeros.

Pero las muestras de solidaridad fueron más allá de los técnicos de emergencias, policías, medicos y bomberos. Hacía semanas que el Centro de Transfusión de Sangre de Galicia reclamaba en cuñas de radio y por SMS más donaciones para rellenar unas reservas escasas. En una sola noche, la del miércoles al jueves, se recogieron 800 unidades de sangre de acuerdo a los datos que facilitó el Servicio Gallego de Salud. Pero había mucha más sangre que donar. Medio millar de personas guardaron cola durante horas para aportar.

La ola de solidaridad llegó hasta tal punto, que la consejera de Sanidad de Galicia, Rocío Mosquera, tuvo que pedir a mediodía que las donaciones fueran progresivas porque las unidades estaban ya desbordadas y, por ahora, no era necesaria más sangre.

Colapso en Ferrol

El hospital Arquitecto Marcide de Ferrol, la ciudad de destino del tren siniestrado, también tuvo que pedir a los vecinos que no acudieran hasta hoy porque los servicios estaban colapsados.

Los responsables de la Xunta de Galicia agradecieron también el trabajo extraordinario de los efectivos de seguridad y rescate -policías locales, autonómicos, nacionales, bomberos, unas 60 ambulancias y otros efectivos movilizados durante la noche de la tragedia y la madrugada- así como el esfuerzo de los funcionarios de Justicia y equipos de autopsias.

La red sanitaria -destacaron todos los especialistas- respondió sin problemas ante la avalancha de ambulancias con heridos que llegaban sin parar durante toda la madrugada a los servicios de urgencias. Cuando el Hospital Clínico de Santiago llegó al límite de su capacidad, los vehículos fueron desviados a otros centros sanitarios de la comunidad.

La consejera de Sanidad, en particular, aplaudió emocionada la actitud de esas docenas de médicos, enfermeros y personal sanitario que, apenas escucharon la noticia, se presentaron sin que nadie les llamase en el primer hospital que encontraron.