Detroit se vuelve pesadilla americana
La ciudad símbolo de la pujanza industrial de EE UU quiebra y aspira a renegociar su descomunal deuda
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarLos rascacielos de General Motors, Chrysler y Ford proyectan sus brillantes siluetas a orillas del lago Eire ajenos a la decadencia que se percibe a ras de suelo en la que fue capital mundial del automóvil. Con sus cofres rebosantes de 'cash', los otrora 'Big Three' han sorteado con sobresaliente la Gran Recesión mientras que la ciudad donde cimentaron sus éxitos mantiene apagados casi la mitad de los semáforos por falta de dinero para pagar la factura de la luz. Puede que la culpa de todo la tengan los japoneses, que empezaron a inundar el mercado estadounidenses a finales de los 70 con vehículos de mayor calidad, pero lo cierto es que Detroit, cuna de la producción en serie y símbolo industrial de EE UU, ha estado en caída libre durante décadas. El jueves por la noche, en medio de una asfixiante ola de calor y sin dinero para pagar la nóminas ni los servicios esenciales, las autoridades declararon la quiebra de las cuentas públicas.
Con los números en la mano, el gobernador republicano de Michigan, Rick Snyder, justificó la medida como «la única solución que permitirá a la ciudad volver a ser estable y viable». Detroit debe a sus acreedores entre 18.000 y 20.000 millones de dólares (13.700 y 15.200 millones de euros). Pese a la recuperación general que vive EE UU, sobre la que fue cuarta ciudad del país solo se ciernen negros nubarrones. El desempleo se ha triplicado desde 2000 y es más del doble que el promedio nacional. Fruto sobre todo de la deslocalización industrial, su población ha descendido de forma dramática -de casi 2 millones en la década de 1950 a los 700.000 actuales-, un proceso que ha dejado tras de sí un reguero de problemas. Falta de adecuación de los servicios, drástica disminución en la recaudación de impuestos. La depauperación de sus suburbios, con decenas de kilómetros cuadrados de naves y viviendas abandonadas, unas 78.000, es el más vivo ejemplo del fracaso de un modelo urbano que erradicó el transporte público en favor del coche. Y que encumbró el 'mall' -aquí Detroit también fue pionera- como el templo social de mayor relevancia.
Con este panorama, la mayor ciudad del Estado de Michigan encabeza cada año el lado negativo de las estadísticas del país. La tasa de homicidios está en sus niveles históricos más altos, muy por delante de Nueva York o Los Ángeles. Sus ciudadanos tienen que aguardar un promedio de 58 minutos para que la Policía responda a las emergencias, en comparación con los 11 minutos en el resto de EE UU. Ahora mismo solo hay dinero para mantener en servicio un tercio de las ambulancias municipales.
No habrá rescate federal
La combinación de pérdida de empleos en la industria automovilística y crimen ha alterado el tejido multirracial habitual en las grandes urbes. La mayoría de los que se fueron eran familias de clase media y quedaron atrás los más desfavorecidos. El 83% de los habitantes de Detroit es afroestadounidense; es, de largo, la ciudad con un mayor porcentaje de población negra.
Excluida por ley una fórmula que permita un rescate federal, las autoridades manejan un plan que se basa en renegociar la deuda con los fondos de pensiones, las aseguradoras médicas y otros importantes acreedores. Los trabajadores públicos han recibido garantías de que seguirán cobrando y les serán respetadas sus pensiones, un extremo que ven con escepticismo algunos analistas, dado el volumen de las deudas. Hay ejemplos recientes de ciudades más pequeña que han salido adelante tras declararse en bancarrota con un programa calcado al expuesto por el gobernador Snyder.
Pero la envergadura de la operación para salvar Detroit excede cualquier plan anterior, de ahí que muchas miradas sigan puestas en la Casa Blanca. Los procesos de quiebra en EE UU son diferentes a los de España. El deudor puede relegar el pago de las cantidades que debe (no se eliminan, pero se detienen procesos de ejecución y gestión de cobro por parte de los acreedores), ya que el objetivo es permitir un nuevo comienzo del que declara la bancarrota.
En el caso de Detroit, al acogerse al capítulo que regula la quiebras municipales, esa protección del deudor es aún mayor.