Un hombre pasea por una exposición sobre el expresidente sudafricano Nelson Mandela en Ciudad del Cabo. :: NIC BOTHMA / EFE
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Sudáfrica busca herederos para Mandela

El país carece de políticos de la talla y atracción popular del líder antiapartheid, que hoy cumple 95 años

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Sudáfrica ha permanecido los últimos años bajo la hegemonía de la lanza. El símbolo del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido hegemónico desde el fin del apartheid, ha sobrevolado la transformación del régimen segregacionista en un Estado democrático que apunta maneras de potencia. Ahora bien, su mayoría absoluta también ha urdido un poderoso sistema clientelar que ha favorecido el nepotismo, el tráfico de influencias y demás formas de corrupción administrativa. La escena política local, que parecía encaminada a una nueva versión del priismo mexicano ante la falta de una verdadera alternativa, se ha visto alterada por la reciente irrupción de los Luchadores por la Libertad Económica (EEF). Desgraciadamente, el nuevo partido de Julius Malema aporta más sombras que luces al futuro del Estado más importante del subcontinente negro.

El control de los recursos naturales se ha convertido en el banderín de enganche de la agrupación, una atractiva causa que puede atraer a una cuarta del electorado joven, según algunos sondeos. El fundador aboga por la nacionalización de las minas y granjas sin compensación alguna, un fenómeno similar al ocurrido en Zimbabue tras el triunfo de Mugabe y que generó el marasmo económico en el que aún se halla sumido el país vecino.

El reparto de la tierra y las riquezas naturales supone todo un caballo de batalla porque más del 90% de las áreas de cultivo se hallaban en manos de los hacendados blancos cuando se acabó con la discriminación institucionalizada, y la pretensión de que la tercera parte revirtiera en manos indígenas antes de 2014 se ha reducido, hasta la fecha, a poco más de un 5%. El nacimiento del ANC hace 101 años estuvo empujado por la creación del edificio normativo del apartheid, hoy desplomado en sus leyes, pero aún vigente en la distribución de la riqueza.

A Malema no solo le pierde un radicalismo que atemoriza a las clases medias y las minorías étnicas, sino también unas formas que alientan el autoritarismo. Las boinas rojas de sus seguidores les otorgan un aspecto de milicia acorde con el recurso a la violencia racial, a menudo esgrimida en sus apasionados mítines. El caldo de cultivo es propicio. La agricultura comercial y la minería han suprimido más de un millón de empleos en las dos últimas décadas, y la inoperancia gubernamental, o manifiesta complicidad, como en el caso de la masacre de Marikana, favorece la radicalización de la opinión pública.

La mayoría desposeída no ha encontrado una opción capaz de derrotar a la anquilosada coalición entre el ANC, la central sindical COSATU y el Partido Comunista. Junto a restos minúsculos de la numantina resistencia afrikaaner, el arco parlamentario se ha nutrido de formaciones surgidas en los últimos quince años en el seno de la lucha por la igualdad y que demuestran una clamorosa falta de respaldo popular.

La Alianza Democrática, el principal bloque opositor, dirige el Gobierno de Ciudad del Cabo y constituye el principal azote contra la corrupción, pero su ideario liberal no concita el entusiasmo necesario para alzarse con la victoria en todo el territorio. Tampoco los resultados en las elecciones de 2009 del Congreso del Pueblo, la escisión surgida de las filas del partido de Mandela, resultaron inquietantes y el progresivo declive del Inkhata, el representante de la comunidad zulú, ha demostrado el peligro del caudillismo cuando la figura venerada carece de fuerzas para asumir su responsabilidad.

La profusión de grupos de ideología socialdemócrata se vio incrementada a principios de año por la llegada del Agang, 'construir' en lengua sotho. Esta entidad es una iniciativa de Mamphela Ramphele, una activista antiapartheid que llegó a dirigir el Banco Mundial. La necesaria credencial de luchadora contra la discriminación le ha llevado a esgrimir el legado de Steve Biko, uno de los adalides de ese proceso y que forma parte del acervo común, lo que le ha concitado críticas del resto de sus rivales.

Pendiente de juicio

Malema rompe las convenciones dentro del colectivo de opositores al Congreso Nacional Africano, mesurados por definición. Su liderazgo del ala juvenil del partido gubernamental, el sector más extremista de la plataforma dirigente, no le ha impedido gozar de los privilegios de la oligarquía. Su fortuna se sustenta en una vasta actividad empresarial vinculada a la concesión de servicios públicos. La implicación en contratos irregulares en la provincia de Limpopo le ha conducido a los tribunales por cargos tan graves como fraude, corrupción, blanqueo de dinero y conexión con el crimen organizado. Él alega que todo se trata de una conspiración política orquestada por el propio presidente Jacob Zuma.

La repercusión electoral de los Luchadores por la Libertad Económica en los comicios del próximo año constituye una incógnita ligada al futuro de su líder, a punto de ser procesado. Algunas fuentes aventuran la consolidación de un bullicioso bloque a la izquierda del ANC que atenta contra los principios del 'país del Arco Iris', mientras que otras apuntan a la posibilidad de que la elite gubernamental conspire para atraer a los extremistas aislando a Malema, tal vez con una oferta para ampliar la coalición y repartir las prebendas.