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Helen Zille, de mejor alcaldesa del mundo a jefa de la oposición

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Helen Zille antecedió a Iñaki Azkuna en el título de mejor alcalde del mundo por su gestión del consejo municipal de Ciudad del Cabo. Su lucha contra la delincuencia le otorgó esta distinción hace cinco años, antes de su triunfo en las elecciones provinciales. Hoy, además de ser la gobernadora de esta rica provincia, ostenta el título de jefa de la oposición por su liderazgo de la Alianza Democrática. Se trata de una situación insólita en el continente por su condición de mujer, blanca, origen afrikaaner y reputado currículum como periodista antiapartheid, títulos que no le han otorgado demasiado éxito a nivel nacional.

La elite política sudafricana suele carecer de esa estatura. El peso del atavismo, la corrupción y los comportamientos escasamente democráticos lastran el legado de los sucesores de Nelson Mandela. El presidente Thabo Mbeki fue cuestionado por su complacencia con el status quo económico o su esperpéntica opinión en torno a los orígenes del sida, mientras que el actual titular, Jacob Zuma, se ha convertido en el habitual hazmerreír en los medios de comunicación por su turbulenta vida sentimental y la sombra de la corrupción. El apoyo de Winnie Mandela a Julius Malema no parece otorgarle más altura ética. También carecen de la suficiente proyección política actores como Mosioua Lekota, dirigente del Congreso del Pueblo, una escisión del partido dirigente surgida tras la derrota de Mbeki por los partidarios de Zuma. Mangosotu Buthelezi obtuvo renombre en los años noventa por su dirección del Inkhata, la formación que agrupaba a la minoría zulú. Los conflictos entre esta entidad y el ANC, de mayoría xhona, constituyeron uno de los mayores peligros de la transición sudafricana. Desde entonces, su gradual desaparición de la escena política ha acompañado al declive del partido.