Pérez Rubalcaba y Griñán en el Comité Federal del PSOE. :: F. ALVARADO / EFE
ESPAÑA

El PSOE se revuelve y aborta el plan para arbitrar el voto propio del PSC

Rubalcaba y Navarro se limitan a crear una comisión paritaria para limar diferencias tras las críticas internas

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Somos expertos en crearnos problemas». La frase es de un exbarón, miembro del Comité Federal del PSOE, pero fueron muchos los asistentes a la reunión del máximo órgano del partido entre congresos que formularon quejas similares ayer. Con el PP en horas bajas por el 'caso Bárcenas' y artillería de sobra en la recámara, aspiraban a orillar por un día el lío interno. Y no fue así. La negociación del nuevo protocolo para las relacione parlamentarias con el PSC se enquistó de tal modo por las reticencias a la asunción de que, de modo excepcional y para determinados casos los socialistas catalanes voten distinto en el Congreso, que a la ejecutiva no le quedó más remedio que abortar la operación.

Nadie en la cúpula del PSC ni en la de Alfredo Pérez Rubalcaba quiere hablar de «fracaso». Hubo, finalmente, un acuerdo, pero se limita a la creación de un «Comité Permanente de Coordinación Política entre el PSOE y el PSC» a la que se encomienda la tarea de definir «una estrategia compartida entre ambas organizaciones, con la voluntad de defender los principios y los valores del proyecto socialista en Cataluña y el resto de España».

Nada que ver con el último borrador, aún sin cerrar, que aún negociaban en la tarde del viernes la vicesecretaria general del partido, Elena Valenciano, y su homólogo Antonio Balmon. El texto arrumbado tampoco hablaba sin más de voto autónomo para los diputados del PSC en la Cámara baja, pero daba carta de naturaleza a algo que ya se ha producido en la práctica: el voto contrario de los socialistas catalanes en una cuestión sobre la que existe una discrepancia. A pesar de subrayar que los diputados del PSC seguirían la disciplina de grupo, se añadía: «En aquellos asuntos de particular importancia que afecten al autogobierno o presenten un interés singular para Cataluña, en los que exista una posición diferenciada de los diputados y diputadas del PSC, el Comité de Coordinación Política PSOE-PSC analizará y decidirá el voto definitivo».

Fue precisamente la decisión de Pere Navarro de permitir que, por primera vez, sus diputados se desmarcaran del PSOE (en una resolución de CiU sobre el derecho a decidir) y el enfado monumental de buena parte del partido, demandas de ruptura incluidas, la que llevó a Rubalcaba a anunciar, en otoño, la revisión de las relaciones entre ambos partidos.

Modelo territorial

De acabar con la «asimetría» -el PSC participa en los órganos de decisión del PSOE y no la inversa- se pasó pronto, sin embargo, a engrasar los lazos. Son muchos los barones que defienden ese statu quo. El castellano-manchego, Emiliano García Page, sostiene que tal como están las cosas existe una jerarquía y el PSC funciona en términos orgánicos como una federación más. Y algo similar alega el madrileño Tomás Gómez. «Hay que tener claro que el modelo de partido determina el modelo de Estado», dice.

Los esfuerzos de la cúpula del PSOE se centraron pues en una cuestión menos interna: la negociación de un modelo de reforma territorial que pudiera votar todo el partido. Rubalcaba suele decir que la discrepancia entre el PSC y el PSOE no es más que un reflejo claro de dónde se encuentra la sociedad española y dónde la catalana. Por eso, el grueso del partido aplaudió la declaración de Granada, suscrita por el Comité Territorial el pasado fin de semana. Pero la tranquilidad ha durado poco.

Los socialistas catalanes,-enormemente presionados por su electorado, por ciertos sectores de su partido y por el clima político de su comunidad autónoma-, tenían en su calendario la aprobación del nuevo protocolo y contaban con acudir a su Consell Nacional, hoy, con el acuerdo bajo el brazo. Pero todo ha ido contrarreloj. El viernes por la tarde se celebró una ejecutiva previa al Comité Federal, con el texto aún abierto, y allí ya saltaron chispas. Pero también desde fuera se hicieron llegar mensajes de aviso: «Así, no».

Andalucía, Extremadura, Castilla- La Mancha, Castilla y León, Madrid... uno detrás de otro representantes de varias federaciones dejaron constancia de su malestar. Ya el viernes la ejecutiva tenía prevista una salida de emergencia y tiró de ella: esa «estructura de relación bilateral» que se reunirá periódicamente para pulir los desencuentros que, ya prevén, se producirán dado el «momento político tan complicado que vivimos».