El monstruo que no pestañea
Durante todo el juicio ha mantenido una actitud imperturbable y ayer ni pestañeaba mientras oía el implacable veredicto, que relataba como hechos probados una terrible secuencia que culminaba en una hoguera, alimentada poco a poco por él mismo, en la que se consumían sus dos hijos, Ruth y José, de 6 y 2 años de edad. Hasta el último momento, José Bretón ha sostenido su inocencia, a pesar de todas las pruebas en su contra, pero los expertos han testificado que no tiene ningún trastorno mental. Lo caracterizan como «frío, controlador y manipulador», muy estricto con sus hijos y, sobre todo, con su mujer a la que maltrató de una manera tal que llegó al extremo de acabar con la vida de sus hijos para infligirle el máximo dolor que una madre puede sufrir.Aunque quizá su paso por el Ejército, donde ingresó en 1994, y su destino en Bosnia durante un año pudieron acentuar su carácter, otros testigos hablan de él como un hombre maniático, muy dominado por su padre, escrupuloso, y sobre todo, obsesionado por Ruth Ortiz e incapaz de asimilar que ésta hubiera querido separarse. Cuando ella le dijo que no volvería maquinó el inhumano plan de asesinar a sus dos pequeños, algo que escapa a la comprensión. De ahí que el calificativo de «monstruo», que tanto se ha oido en la sala, resulte exacto.Concibió la idea de dar muerte a los niños como venganza y decidió que el lugar más adecuado sería la finca familiarSuministró a los niños pastillas tranquilizantes que produjeron su «adormecimiento total y/o su muerte»Preparó una especie de pira funeraria, donde colocó los cuerpos de sus hijos, y avivó la hoguera