La quiebra de Navantia
El informe del Tribunal de Cuentas llama la atención a los gestores de la compañía por no aplicar medidas de ajuste hace cinco años. Los planes de saneamiento llegan ahora muy tarde
Actualizado: GuardarSi Navantia fuera una empresa privada, seguramente, a estas alturas ya habría echado el cierre. Las pérdidas han terminado por ahogar a la constructora naval. El Tribunal de Cuentas ha publicado su informe fiscalizador correspondiente a los ejercicios que van de 2007 a 2010. El resultado es demoledor. El organismo reprocha que no se hayan tomado medidas de ajuste con antelación para prevenir los efectos de la crisis. Los inspectores del Tribunal de Cuentas recuerdan que los contratos de construcción naval se fueron a pique a partir de 2007, es decir, hasta ese año, Navantia se hizo con una importante cartera de pedidos, sin embargo, no calculó las consecuencias que podía acarrear la falta de carga de trabajo. Ahora se pagan las imprudencias de esa gestión económica. Los años analizados por el Tribunal de Cuentas son, precisamente, los de mayor efervescencia de la empresa. En la Bahía de Cádiz se construyeron en esos años una docena de barcos. Es en este punto donde llama la atención el Tribunal económico. La empresa, pese a la cartera de pedidos del momento, seguía en pérdidas, que se han duplicado en 2012. La compañía tiene un déficit superior a los 323 millones de euros, lo que obliga a sus nuevos gestores a buscar financiación externa o rebajar el capital social para cubrir parte de la deuda. Sin embargo, la conclusión más llamativa a la que llega el Tribunal de Cuentas es la falta de competitividad de la empresa. Los costes de una plantilla sobredimensionada la hacen inviable. Es decir, se demuestra que a más carga de trabajo, más pérdidas. Lo que significa que la construcción de barcos en los astilleros públicos españoles no resulta rentable con una plantilla de 5.000 trabajadores en Navantia.