Fallece el jefe más longevo de los espías
Bajo los gobiernos de Calvo-Sotelo y Felipe González centró su labor en la desactivación de intentonas golpistas y la lucha antiterrorista El teniente general Emilio Alonso Manglano ejerció el cargo de director del Cesid desde 1981 a 1995
MADRID. Actualizado: GuardarComo buen espía buscó cumplir su función como máximo responsable de los servicios secretos con la mayor discreción. Un propósito que logró durante la mayor parte de los 14 años, desde 1981 a 1995, que ejerció como todopoderoso director general del Cesid, hoy CNI, y que solo se quebró en su última etapa al frente del departamento, coincidente con el declive del último Gobierno socialista de Felipe González.
El teniente general Emilio Alonso Manglano falleció ayer en su residencia de Madrid. Nacido en Valencia en 1926, fue nombrado máximo responsable de los servicios de inteligencia tras el intento golpista del 23-F, en el que el Cesid jugó un confuso papel que nunca ha llegado a aclararse por completo. Por aquel entonces Alonso Manglano ejercía como jefe de Estado Mayor de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares. Su defensa de la Constitución durante la fallida intentona golpista resultó decisiva para que, primero Leopoldo Calvo-Sotelo y después Felipe González, le confiaran el mando de los servicios de inteligencia.
Su misión en un primer momento fue la de desactivar nuevos movimientos reaccionarios de extrema derecha en el Ejército. Uno de ellos fue el supuestamente auspiciado por altos mandos militares para el 2 de junio de 1985, durante el desfile de las Fuerzas Armadas en La Coruña, y en el que se planeó el asesinato de don Juan Carlos y doña Sofía, las infantas y las cúpulas del Gobierno y las Fuerzas Armadas. La labor del Cesid, que infiltró a uno de sus agentes entre los conspiradores, permitió desmantelar la operación antes de que llegara a tomar forma, si bien el Ejecutivo optó por no darla a conocer ni perseguir judicialmente a los cabecillas.
La caída
Durante los 14 años que se mantuvo en el puesto gozó del aprecio de Felipe González, que siempre elogió su labor. También se convirtió en un íntimo colaborador del ministro de Defensa y después vicepresidente Narcís Serra, junto al que modernizó y fortaleció la estructura del Cesid. Una de sus principales medidas fue abrir a los civiles el centro que hasta entonces había estado integrado solo por militares y policías. Sin embargo, los escándalos por escuchas ilegales y la posible participación de su departamento en la guerra sucia contra ETA obligaron a Alonso Manglano a presentar su dimisión en 1995.
El primero de estos dos casos lo hizo público el coronel Juan Alberto Perote, exjefe de operaciones del centro y hasta entonces hombre de confianza de Alonso Manglano. Se trató de pinchazos telefónicos que el espionaje español había realizado entre 1984 y 1991 a personajes públicos relevantes y entre los que se encontraban políticos, periodistas, empresarios e incluso el Rey, con el que por otra parte mantenía una estrecha relación.
El Cesid siempre alegó que las grabaciones se realizaban de forma aleatoria y sin ningún interés particular por ninguno de los espiados. En un primer juicio el teniente general fue condenado a seis meses de prisión y ocho de inhabilitación si bien resultó finalmente exculpado después de que el Tribunal Constitucional ordenará repetir el proceso. Aunque quedaron exentos de responsabilidades judiciales, las escuchas ilegales supusieron el fin de las carreras tanto de Alonso Manglano como de Serra. Otro caso de escuchas, en esta ocasión en la sede de Herri Batasuna de Vitoria, supuso una nueva imputación para el responsable del Cesid de la que también resultó absuelto.
La segunda acusación vino motivada por una nueva filtración de Perote, quien aireó varios documentos elaborados por los servicios de inteligencia referidos a planes de los GAL. En uno de ellos se recomendaba «la desaparición por secuestro» de etarras y en otro se reflejaba el inicio de acciones violentas contra miembros de la organización terrorista en el sur de Francia. Alonso Manglano siempre negó conocer el contenido de aquellos informes. Y de haber sabido de la existencia de una guerra sucia contra ETA habría puesto de inmediato esa información a disposición del Ministerio del Interior, aseguró ante el juez en 1998.
Otro de los casos en los que se vio involucrado el teniente general fue la conocida como 'Operación Mengele', según la cual el Cesid habría usado mendigos como cobayas en ensayos médicos orientados a la lucha antiterrorista. Un extremo que jamás se llegó a probar. A pesar de abandonar la dirección del Cesid por la puerta de atrás, González recordó en distintas ocasiones «la deuda que los demócratas mantienen con el general Alonso Manglano» y le atribuyó el mérito de que tras el 23-F en España no se volviese a producir ningún otro golpe de Estado.