La resistencia islamista será larga
Los Hermanos Musulmantes preparan la «lucha pacífica» en la calle para recuperar la presidencia de Egipto
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLos dos 'Egiptos' volvieron a citarse ayer en las calles de El Cairo. La plaza Tahrir es feudo de la coalición liberal del Frente de Salvación Nacional, que respalda el golpe de Estado, y desde última hora de la tarde vio cómo miles de personas se concentraban para defender a las nuevas autoridades designadas por los militares. Los Hermanos Musulmanes, apoyados por los ciudadanos que se oponen al golpe, han organizado tres 'Tahrir' en distintas partes de la ciudad y allí mantienen acampadas bien organizadas con la idea de «durar todo lo que sea necesario».
«Hasta que no se haga justicia, liberen a Mohamed Mursi y le devuelvan su puesto de presidente, no nos moveremos», asegura Amir Bassam, parlamentario de la Hermandad que insiste en que «protestamos de forma pacífica y así seguiremos». El dirigente islamista desvela que «no pensamos ir a Tahrir mientras estén ellos, porque no buscamos la confrontación, estamos en tres lugares de la capital y en todas las provincias del país».
Los altos cargos de la Hermandad están en un estado oficioso de búsqueda y captura desde la caída de Mohamed Mursi y ayer otros cuatro líderes fueron enviados a prisión por la Fiscalía. Se trata del 'número dos' del grupo y hombre de negocios, Jairat el Shater; el presidente de su brazo político, el Partido Justicia y Libertad, Mohamed Saad Katatni; el dirigente Mohamed Rashad Bayumi y el exlíder de la formación Mohamed Mahdi Akef. «No tengo miedo, hemos vivido toda la vida perseguidos, estamos acostumbrados», bromea Bassam antes de entrar en la carpa donde reside estos días.
Pelotones de jóvenes con cascos, escudos de metal y armados con palos de madera y porras de cuero -cada uno se compra la suya y se pueden adquirir en la misma acampada por 10 libras (1,10 euros al cambio)- se dirigen a los accesos para defender la zona. «La amenaza son policías, militares y sicarios del antiguo Partido Demócrata, que al hacerse de noche siempre intentan entrar para provocar violencia», afirma Abdala Ibrahim.
Este joyero de 25 años de Menia, ciudad situada 350 kilómetros al sur de la capital, ha viajado a El Cairo junto a más miembros locales de la hermandad para reforzar las protestas. Abdala tiene una de las porras de cuero en la mano y asegura que «hasta ahora» no ha tenido que usarla.
Durante el día la jornada transcurre en calma. El que puede se refugia del sol en las tiendas de campaña o bajo los árboles, y el que no atiende a los oradores que van saliendo de forma consecutiva al escenario central a gritar loas a favor de Mursi. En tiendas como la del general Tarek se habla de la posible designación de Mohamed el-Baradei como primer ministro, anunciada y abortada en cuestión de horas la noche del sábado. Este militar muestra su tarjeta de identidad para aclarar cualquier duda y asegura que «no todos en las fuerzas armadas respaldamos un golpe en el que El-Baradei ha tenido mucho que ver. Abrió las puertas de Irak a la invasión estadounidense en 2003 y tiene el mismo plan con Egipto, pero no se lo permitiremos».
Al doctor Abdurrahman Al-Bar tampoco le convence la figura de El-Baradei y piensa que «nos odia de forma profunda a los islamistas». Miembro de la cúpula ejecutiva de los Hermanos Musulmanes y director de un departamento en la Universidad de Al-Azhar -la institución religiosa más importante del islam suní-, quiere aclarar que «el apoyo del jeque Ahmed Al-Tayeb (autoridad máxima del organismo) al golpe de Estado no significa el apoyo de todo Al-Azhar. Es su decisión personal, pero a la mayoría de religiosos nos parece inmoral».
Nueva censura
Yasser Mehrez, portavoz de la Hermandad, ha cambiado el traje y corbata por ropa más informal y atiende a los medios internacionales detrás del escenario montado frente a la mezquita de Rabaa. No se ve prensa egipcia, solo extranjera. La misma situación se repite en las otras dos plazas que ocupan los islamistas frente a la Universidad de El Cairo y a las puertas del cuartel de la Guardia Republicana, donde se sospecha que puede estar retenido el expresidente.
«Para ellos hemos dejado de existir», lamenta el portavoz Mehrez, que acusa a la prensa local de desinformar y extender la idea de que «somos terroristas». Una situación que provoca que cuando uno coge un taxi a la salida de estas concentraciones islamistas le puedan preguntar si ha visto a afganos, chechenos o palestinos armados para defender a la Hermandad.
Los medios próximos a la Cofradía han sido clausurados y los canales públicos y privados no ofrecen cobertura de sus movilizaciones. La censura de las nuevas autoridades ha llegado también a un medio internacional como Al-Yasira. Sus dos oficinas han sido clausuradas, las fuerzas de seguridad se llevaron a primera hora de la mañana los equipos de transmisión y cámaras y su delegado, Abdel Fatah Faid, fue arrestado e interrogado durante varias horas por orden de la Fiscalía general, acusado de «enturbiar la seguridad y la paz pública e instigar a la discordia». Finalmente fue puesto en libertad.