«Hay que saber estar lo suficientemente cerca y lejos de las familias»

Rosa resume toda la labor que hace como voluntaria de Cruz Roja con la palabra «acompañar». Esto es «lo que hago», dice. Una forma sencilla de resumir todo un trabajo para los que muchos tan sólo tienen palabras de agradecimiento. «Mi función es la de acompañar, estar ahí para lo que la familia y el paciente necesite», explica. Puede ser un abrazo, un hombro sobre el que llorar o simplemente estar presente. «Tuve que despedir a tres personas cercanas en un corto periodo de tiempo y eso produjo en mi todo un proceso de aprendizaje» que ahora pone en práctica a través del voluntariado. Cada familia de las que ha formado parte en un momento tan íntimo y duro le ha enseñado algo. «Cuando la energía fluye y tanto el paciente como la familia han afrontado la muerte, se sienten preparados para despedirse libremente y decir simplemente estoy aquí, no tengas miedo o te quiero», relata. «La enfermedad en sí ya es un primer duelo que hay que aceptar pero una vez se tiene asumida la situación es mucho más fácil decir adiós».

Su labor no acaba con la muerte, «estamos presente también en el duelo dependiendo de las necesidades de cada familia», al mes «le enviamos una carta de pésame y luego le hacemos un seguimiento telefónico».