EL CINISMO DE VALDERAS
Actualizado: GuardarHacer política de cara a la galería es lo que tiene, que al final los hechos se imponen a la demagogia. La exclusiva que hemos leído esta semana sobre el piso del líder de Izquierda Unida en Andalucía no tiene desperdicio. Diego Valderas -otro más- tampoco practica lo que predica. Por un lado se inventa un decreto que permite expropiar viviendas a los bancos para evitar que familias en situaciones límite pierdan su techo. Gran noticia. Todos de acuerdo en que, sobre el papel, es una gran medida. Titulares de la prensa afín alabando su política, palmaditas en la espalda de los suyos, gloria por un día. Pero luego llega la incómoda realidad, esa que se obstina en imponerse siempre al final, y demuestra que el efecto real en la sociedad es prácticamente nulo. Casi con los dedos de una mano podríamos contar el número de familias que se han beneficiado de ello.
Pero lo más grande no es eso. Lo más triste de toda esta historia es que el señor Valderas tiene un piso de 200 metros cuadrados gracias a que se aprovechó de la desgracia de su vecino -pared con pared- quien perdió el trabajo y fue desahuciado de su casa por el banco. Valderas el solidario, el salvador del pueblo, el igualitario, el Robin Hood de los andaluces, el... cínico, esperó a que su vecino se viera obligado a abandonar su casa para ir al banco y comprarla bastante más barata. Y eso que ese vecino, que vivía una desgracia personal, le ofreció la posibilidad de que se lo comprara a él. Pero claro, era más caro. Y la solidaridad está muy bien para los titulares y las palmaditas, pero si afecta a mi cuenta corriente ya hablamos de otra cosa.
En esas manos estamos en Andalucía, en manos de gente que, como bien decía el alcalde de Sevilla hace unos días, ha pasado de regalar ordenadores a tener que repartir bocadillos. O de sindicalistas que tienen la poca vergüenza de criticar al gobierno por la reforma laboral a raíz de los últimos datos del paro mientras ellos la aplican a sus trabajadores.
Para ser político, para dirigir los destinos de tanta gente, no sólo es necesario ser honrado y estar preparado. Hace falta también ser valiente. Tomar decisiones que sabes que no van a gustar, pero que son necesarias. No recuerdo ninguna en este sentido del gobierno andaluz. Otros al menos son capaces de hacerlo. No se preocupan sólo por sus votos, por sus sillones, sino por el bien común. Otra cosa es que acierten o no, pero al menos se pueden mirar al espejo.