Ira europea por el espionaje masivo de Estados Unidos
París y Berlín cargan contra Washington por pinchar millones de llamadas en Europa y controlar las oficinas de la UE
BRUSELAS. Actualizado: GuardarEl espionaje a gran escala de Estados Unidos amenaza con provocar importantes grietas en las relaciones con la UE, su mayor aliado global pese a las periódicas discrepancias. Los socios comunitarios expresaron ayer su indignación tras la difusión de varios documentos secretos que constatan escuchas masivas en Alemania, Francia o Italia. La información, procedente de los archivos filtrados por el exagente Edward Snowden, apunta a que la inteligencia norteamericana intervino hasta 500 millones de llamadas y correos electrónicos al mes en el país germano. En la reacción más contundente, François Hollande advirtió de que las negociaciones para el tratado de libre comercio entre la Unión y EE UU podrían congelarse si Washington no rectifica de inmediato.
El Gobierno de Barack Obama vuelve a verse contra las cuerdas tras las informaciones difundidas en los últimos días por el diario británico 'The Guardian' y el semanario alemán 'Der Spiegel'. Ambas publicaciones han tenido acceso a documentos de Snowden, el antiguo agente de la CIA que ha destapado las prácticas de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), el servicio de inteligencia norteamericano especializado en el control de las comunicaciones. Los archivos filtrados inciden en el uso sistemático de un conglomerado de programas informáticos para captar llamadas de teléfono, mensajes de texto y correos electrónicos. Aunque Francia, Italia y Polonia también se han visto afectados por estos pinchazos, Alemania es la principal víctima.
La NSA, que está dirigida por el general de cuatro estrellas Keith Alexander, concentró su interés en el país germano por sus potentes enlaces de internet. Al parecer, Alemania actúa como punto de distribución de correos en todo el este de Europa y buena parte de África, sobre todo Siria y Malí. En el caso de los contactos telefónicos, el sistema no graba las millones de conversaciones, pero conserva detalles clave como los números utilizados en cada llamada. La vigilancia norteamericana, sin embargo, no solo se limitó a las comunicaciones globales. Los documentos de Snowden revelan un espionaje más tradicional tanto en las instituciones de la Unión en Bruselas como en sus sedes en suelo de Estados Unidos.
El seguimiento más extenso por parte de la NSA se llevó a cabo en territorio norteamericano. Allí, vigiló estrechamente la embajada de la UE en Washington y su delegación ante la ONU ubicada en Nueva York. En estas operaciones, el trabajo de espionaje consistía en gran medida en copiar toda la información almacenada en los ordenadores. Las legaciones de Francia, Italia y Grecia fueron objeto de un control similar. Uno de los documentos clasificados de Snowden califica como «objetivos» a un total de 38 representaciones diplomáticas. Entre ellas, se encuentran las europeas, pero también las sedes de otros estrechos aliados del Gobierno de Obama como Japón, México, Turquía, India y Corea del Sur.
Ante la magnitud de las revelaciones, la UE no pudo ocultar su cólera. El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, ordenó un barrido de seguridad en todas sus oficinas para prevenir sorpresas. Aunque no han trascendido datos concretos sobre espionaje en las instalaciones del Ejecutivo comunitario, sí que se apunta a la sede del Consejo Europeo, en la que se celebran las cumbres de presidentes y las reuniones ministeriales. En este caso, se cree que las escuchas se llevaron a cabo desde un edificio cercano al cuartel general de la OTAN, situado también en Bruselas. La portavoz de Barroso exigió a Washington «claridad y transparencia porque es lo que se espera de los socios y aliados».
Ironía de Hollande
Hollande elevó mucho más el tono y abogó por dejar claro a Obama que «no se puede tolerar este tipo de comportamiento». El presidente galo admitió que resulta necesario mantener la guardia alta en la lucha contra el terrorismo, pero ironizó sobre la existencia de posibles «riesgos» tanto en sus embajadas como en las de la UE. Visiblemente molesto, el líder socialista amagó con paralizar las negociaciones para el tratado de libre comercio entre la Unión y EE UU. Francia ya estuvo a punto de bloquear estas conversaciones, que arrancan la semana próxima con el objetivo de crear la mayor zona sin aranceles del mundo, por su defensa de las industrias culturales. Finalmente, los socios accedieron a dejar fuera de los contactos el sector audiovisual.
Pese a que las escuchas han alcanzado categoría de escándalo en Alemania, el Gobierno de Angela Merkel prefirió no recurrir a amenazas. El portavoz de la canciller, Steffen Seibert, tachó de «inaceptable» el espionaje entre «amigos». «Ya no estamos en la Guerra Fría», agregó sin citar posibles consecuencias en las relaciones con Washington. El socialdemócrata Peer Steinbrück, gran rival de Merkel en las elecciones de septiembre, se alineó con Hollande y planteó congelar el tratado de libre comercio hasta que se obtengan garantías de que las escuchas no volverán a repetirse. «Toda esta situación provoca una gran pérdida de confianza», anotó.
Obama intentó calmar a sus socios con la promesa de máxima transparencia. El líder demócrata se comprometió a atender las exigencias de sus socios, pero no ofreció ningún signo de arrepentimiento por las prácticas de sus agencias de espionaje. «Todos los servicios de inteligencia intentan saber lo que ocurre en las capitales a través de fuentes que no aparecen en el 'The New York Times' o en las noticias de la NBC», indicó. Con el mismo tono sarcástico, insistió en que los agentes europeos intentan conocer desde lo que ha desayunado hasta «los puntos a tratar» en próximas reuniones.