Sociedad

El cómic español llega a su edad adulta

El 'cine de los pobres' renace de las cenizas del quiosco y evita competir con los videojuegos y los productos de internet

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El cómic es la lengua materna que han mamado legiones de españoles. Hace 30 años los tebeos eran el 'cine de los pobres', hojas amarillentas que se apilaban en antros de buhonero, manchaban los dedos de tinta y eran un producto de entretenimiento de las clases populares. Hoy el cómic ha abandonado la esfera del ocio barato para abonar el terreno de la cultura. El tebeo actual ha desertado de los quioscos y se vende en librerías y grandes almacenes. Es la tesis que sostiene el divulgador y guionista de historietas Santiago García, quien coordina dos obras cuidadas y rigurosas: 'Panorama. La novela gráfica española hoy' (Astiberri) y 'Supercómic. Mutaciones de la novela gráfica contemporánea' (Errata Naturae).

Entre 1985 y 2000 el tebeo español dio sus últimas boqueadas. Cuando parecía que la historieta era cosa de nostálgicos y coleccionistas compulsivos, resulta que en las primeras décadas del siglo XXI el tebeo renace con nuevos temas e intereses, libre de los corsés de la industria del quiosco. El cómic no puede competir con el poder hipnótico de los videojuegos y la era de Internet, y llama a la puerta de las librerías.

Al calor del 'boom' artístico hay editoriales que han revitalizado el género. Ahí están Astiberri, Sins Entido, Diábolo o Fulgencio Pimentel, que ha publicado al muy fecundo dibujante y guionista Joann Sfar, definido por Javier Mariscal como «el Pablo Picasso del siglo XXI». Sfar es de sobra conocido en España y ahora el sello riojano traduce al español la vida en viñetas del cantautor ácrata Georges Brassens. A sellos asentados y clásicos, como Norma, La Cúpula y Glénat/EDT se han sumado recientemente microeditoriales como ¡Caramba! o Entrecomics Comics.

«Creo que se están sentando las bases de una nueva forma de entender y hacer el cómic que parten de las cenizas del cómic precedente, pero que en ningún caso nos van a llevar a algo parecido a lo que era el cómic antaño», dice García.

A la cabeza de la nueva hornada de autores se encuentra Paco Roca, culpable de la eclosión de la nueva novela gráfica española por su celebérrima historieta 'Arrugas', una obra con la que se adjudicó el Premio Nacional del Cómic en 2008. Su éxito fue tal que el tebeo fue llevado al cine. Menos célebres pero no por ello menos talentosos son los creadores David Rubín, Alfonso Zapico, Mireia Pérez, José Domingo, Juanjo Sáez y Juan Berrio, presentes en el volumen de Panorama, que no pretende ser una antología. Entre otras cosas porque el libro de Astiberri no se ocupa de los historietistas españoles afincados en Francia y EE UU.

«Los autores actuales están también reinterpretando códigos narrativos de toda la vida, desde las aventuras y lo histórico a los superhéroes. Y sobre todo no se ha perdido el humor. El humor sigue siendo una de las bases del cómic, y es uno de los argumentos con los que mejor se ejerce la crítica social». Crítica social a la que se apunta Paco Roca en 'Crónica de una crisis anunciada', presente en el volumen de Astiberri. Mención aparte merece Juan Berrio, cultivador del costumbrismo. Como botón de muestra de su quehacer cabe citar 'Miércoles' (2012), que se adjudicó el premio de Novela Gráfica Fnac-Sins Entido. García ha elegido de la amplia panoplia al ya veterano Max (Barcelona, 1956), quien tuvo unos comienzos osados en la mítica revista 'Víbora' en los años ochenta y que ahora, con el reposo que dan los años, es un prestigioso autor traducido en Francia. Su última novela gráfica, 'Vapor' (2012), pronto verá la luz en EE UU.

Algunos de los creadores del cómic español más reciente se identifican con la escuela Bruguera, la editorial que amparó las desternillantes historias de Carpanta o Zipi y Zape y en la que se baquetearon Peñarrolla, Escobar o Ibáñez. La edad dorada de Bruguera comprende los años cuarenta y cincuenta y allí se alumbraron trabajos señeros que cabalgaban a horcajadas del entretenimiento infantil y el costumbrismo satírico.

«En la actualidad hay dos tendencias imparables: las biografías de personajes ilustradas con viñetas y los tebeos sobre clásicos de la literatura», dice Enrique Redel, editor de Impedimenta, sello que ha lanzado la segunda edición de una biografía de Virginia Woolf con dibujos de Bernard Ciccolini y guion de Michèle Gazier. Esta moda se engrosa con cómics como 'Gabo, memorias de una vida mágica' (Sins Entido) o 'Tolstói era un charlatán' (Gallo Nero). De la otra tendencia, la de dibujar obras imperecederas de la literatura, hay un ejemplo audaz: Sexto Piso ha entregado a la imprenta la inmortal 'En busca del tiempo perdido: por el camino de Swan', basada en la novela de Marcel Proust.