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Las masivas movilizaciones ciudadanas en Brasil renuevan la democracia

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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A un ritmo vertiginoso, impensable hace apenas semanas, la democracia brasileña sigue emitiendo señales de renovación para neutralizar las protestas callejeras que ayer seguían, vigilantes, en casi una veintena de ciudades. En Brasilia, la presidenta, Dilma Rousseff, recibió a los líderes de los partidos de la base aliada del oficialismo para discutir el contenido del plebiscito la reforma política que debería ser votada antes de octubre, de manera que esté en vigor en las elecciones de 2014.

En el resto del país, gobernadores y alcaldes atienden personalmente a manifestantes para involucrarlos en los temas de la agenda que surgió de la calle: las mejoras en la educación, del transporte, la salud, medidas contra la corrupción y cuestionamientos de los gastos desmesurados para eventos deportivos.

El Congreso, el más desprestigiado de los poderes, muestra voluntad de avanzar con una «agenda positiva». Ésa fue la forma en que los mismos legisladores aludieron a proyectos que la sociedad exige hace tiempo y que ahora circulan con el camino despejado. El Senado aprobó la noche del miércoles un proyecto de ley de 2011 que equipara la corrupción con un «crimen atroz». La iniciativa, que ahora pasa al Congreso, aumenta las penas y elimina el derecho a ser amnistiado o a evitar la prisión mediante el pago de fianza. Fue una de las peticiones de la calle recogidas por la presidenta.

Por otra parte, las manifestaciones se cobraron dos nuevas víctimas mortales, una en Belo Horizonte y en Guarujá, una ciudad cercana a Sao Paulo.