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Rohani, un mismo discurso con distintas formas
El presidente electo de Irán mantiene firme las tesis del régimen sobre su programa atómico y pone condiciones a un futuro diálogo con EE UU
ESTAMBUL. Actualizado: GuardarHasán Rohani no es Mahmud Ahmadineyad. En su primera comparecencia ante los medios de comunicación el nuevo presidente de Irán, cuyo mandato empezará en agosto, no habló del Holocausto o de borrar Israel del mapa, pero su discurso no varió un ápice de las líneas maestras fijadas por el régimen en los últimos años. Crisis nuclear, relaciones con Estados Unidos y Siria fueron los pilares de una rueda de prensa en la que el clérigo subrayó que su prioridad es «mejorar la situación económica» del país, bloqueado por las sanciones impuestas por la comunidad internacional a causa del programa atómico.
Rohani venció con claridad en la cita con las urnas del viernes y obtuvo 18 millones de votos, el triple que el segundo candidato más votado, el alcalde de Teherán Mohamed Galibaf. Toda una sorpresa teniendo en cuenta que era la única opción moderada, próxima al reformismo, entre la selección de ultraconservadores elegidos como presidenciables por el Consejo de Guardianes. Un religioso vuelve al poder en Irán después de ocho años y la puesta en escena recordaba a la de los tiempos de Mohamed Jatami.
«Estamos dispuestos a aclarar a todo el mundo que las actividades de la república islámica en el marco nuclear están dentro de la ley internacional», anunció el recién electo presidente. Cuando Rohani era el encargado de la negociación nuclear, aceptó suspender en 2005 el enriquecimiento de uranio y aplicar el protocolo adicional del Tratado de No Proliferación (TNP), que permite inspecciones sin previo aviso de las instalaciones. Esta vez, sin embargo, señaló que «la era de la suspensión ha pasado», como subrayó la agencia Fars, un enfoque distinto al de los medios occidentales que enfatizaron la voluntad del clérigo de rebajar la tensión a nivel internacional.
«Crear confianza»
Para mejorar la economía de Irán, el nuevo Gobierno tiene que tratar de suavizar las sanciones internacionales y para ello el presidente electo apela a la necesidad de «crear confianza». Una tarea en la que Saed Yalili -actual negociador y gran perdedor en unas elecciones en las que los expertos le daban como el candidato favorito del Líder Supremo- podría tener las horas contadas ya que Rohani le acusó durante la campaña de «falta de cintura» con Occidente.
Las referencias a la relación con Estados Unidos no aportaron grandes novedades. Como ocurrió tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, la aparición de Rohani supone un soplo de aire fresco a una enemistad de más de tres décadas, «un tema complicado y difícil». Aunque como en el resto de grandes temas la decisión final es del ayatolá Alí Jamenei, el presidente electo abrió las puertas a «no seguir con las tensiones» siempre que Washington «no se entrometa en los asuntos internos y reconozca los derechos de Irán, incluidos los nucleares». La misma condición de «igualdad y respeto» que se pone como requisito antes de cualquier acercamiento al considerado como 'Gran Satán' desde el nacimiento de la república islámica.
Tampoco hubo sorpresas respecto a la implicación de Irán en Siria. Rohani se mostró en contra de la «injerencia de otros países» y aseguró que el conflicto que vive el país árabe deber ser solucionado «entre la propia gente de Siria». Se trata de la misma postura oficial que mantiene el régimen de los ayatolás desde el estallido de un conflicto en el que los opositores denuncian que Teherán apoya con armas y paramilitares al régimen de Bashar el-Asad.
Como ha ocurrido en la campaña, el nombre de Mir Husein Musavi, líder reformista en arresto domiciliario desde 2011, perseguirá durante todo su mandato a Rohani. Su primera rueda de prensa terminó de forma abrupta cuando una persona del público comenzó a gritar que Musavi debía ser el presidente del país, según recoge la cadena BBC.