En septiembre, hablamos

El pasado mes invitaba al optimismo, aunque la experiencia nos pida cautela tras los cánticos de victoria erráticos que alguno lanzó antes de tiempo. Ese mes fue el tercero en el que las cifras de desempleo decrecieron. Un pequeño respiro dentro de una agonía demasiado larga. Quizás no dé para sobrevivir, pero sí para realizar un primer análisis no tan negro zaino. Y es que para mayo ya quedaban lejos las contrataciones que se hicieron de cara a la Semana Santa y que cada año engordan las estadísticas de altas laborales de manera efímera. Son contratos marcados a fuego por la estacionalidad, al igual que llegan en tropel en un momento muy concreto, se acaban de la misma manera. Pero este último mayo, ha sido el mejor en años y ya no podía achacarse al periodo de Semana Santa, demasiado lejos en el calendario. De ahí que algunos analistas apuntaran la posibilidad de que se tratara de un síntoma de una posible recuperación, aún muy tibia, imperceptible para los millones de parados, pero al menos una señal.

En esa línea se encuadrarían las previsiones que manejan consultoras y profesionales de sectores vinculados al turismo que señalan que este verano, no sólo se van a reproducir las habituales contrataciones que surgen de cara a las vacaciones, sino que esas cifras podrían ser mejores que en años anteriores, en los que la crisis también han hecho mella en el principal motor de la economía española. El turismo, por suerte, no ha gripado porque el visitante extranjero sigue confiando en la marca España. El lado negativo lo pone el turista español, que ha dejado el disfrute de las vacaciones para otro momento.

El verano volverá a dar datos positivos para el mercado laboral. Pero la incógnita no se despejará hasta septiembre cuando se sepa si la evolución sigue en positivo o todo fue un espejismo.