La Policía carga contra los manifestantes que prostestaban por la subida de transporte Sao Paulo. :: S. M. / EFE
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El 'milagro brasileño' se desinfla y arrastra a Dilma

El malestar social por la subida de precios hace mella en la presidenta, que pierde popularidad por primera vez desde su elección

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Las violentas protestas contra el aumento de tarifas del transporte público en Brasil están emergiendo como signo del malestar ciudadano con una economía que muestra un crecimiento débil y que amenaza con la subida de precios. Otro síntoma coincidente se manifiesta en la caída de la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, primera desde que relevó a Luis Inacio Lula da Silva a comienzos de 2011.

Las manifestaciones callejeras comenzaron hace diez días y fueron convocadas a través de redes sociales por el Movimiento Pase Libre en rechazo a un aumento que llevó la tarifa del transporte de 3 a 3,20 reales (de 1,04 a 1,11 euros). «El pueblo brasileño se está despertando», aseguró Lucas Monteiro, un profesor de Historia de 29 años que es uno de los líderes de la protesta. El incremento de tarifas parece menor pero fue la chispa que encendió un descontento estimulado por la nueva agrupación juvenil. En Brasil el precio del billete es alto en relación al salario.

Las protestas se han desarrollado en Sao Paulo, Río de Janeiro y otras ciudades del interior del país como Bello Horizonte, Porto Alegre, Florianópolis, Curitiba o Natal, donde las autoridades dieron marcha atrás. La última manifestación, realizada el pasado jueves, terminó con 235 detenciones en Sao Paulo y 32 en Río. Los activistas levantaron barricadas y arrojaron piedras a la Policía. Hubo heridos por la brutal violencia de las fuerzas de seguridad, que recurrieron a pelotas de goma y gases dispersar a los activistas.

Las manifestaciones coincidieron con la víspera de la Copa de Confederaciones, que comenzó ayer en seis ciudades del país. Las protestas, que podrían continuar según anticiparon sus organizadores, amenazan no solo la tranquilidad del evento deportivo sino la paz de los funcionarios que se aprestan a recibir al Papa Francisco en julio en Río de Janeiro. Por otro lado, Brasil será sede en 2014 de la Copa Mundial de Fútbol y en 2016 la ciudad carioca albergará los Juegos Olímpicos.

La ministra de Relaciones Institucionales de Rousseff, Ideli Salvatti, consideró «inadmisible» el vandalismo y condenó el exceso policial, pero admitió que el transporte público es caro e ineficiente y que hay personas que viajan cuatro horas al día silo para ir y venir de su trabajo. Las declaraciones de Salvatti intentaron poner paños fríos a un malestar que el Gobierno necesita evitar que escale y se expanda.

La economía, que iba a crecer casi un 4% este año, lo hará por debajo de tres puntos -2,7% es el nuevo pronóstico- y los precios suben, un hecho que preocupa a más de la mitad de la población de acuerdo a la encuesta Datafolha de junio.