Las minorías erosionan el poder de Erdogan
Kurdos y alevíes forman parte activa de la protesta contra la política del primer ministro turco como vía para lograr demandas propias
Actualizado: GuardarIhsan Eliaçik se debatía a media tarde entre acudir o no a Taksim para tomar parte en la defensa nocturna de la plaza y el parque Gezi. «Es orgulloso (el primer ministro), muy orgulloso, y seguro que enviará a la Policía», aseguraba este activista kurdo de 24 años, pendiente de que la Justicia decrete su ingreso en prisión por su presunta vinculación al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La presencia kurda ha ido ganando peso con el paso de los días en las movilizaciones contra Recep Tayyip Erdogan en el centro de Estambul. El rostro de Abdulá Ocalan, líder del PKK, comparte protagonismo con Mustafá Kemal Ataturk, creador de la Turquía moderna, y el Ché Guevara, omnipresente en los puestos de las formaciones de izquierda.
«La dirección del BDP (Partido Paz y Democracia, actual partido kurdo legal) tiene claro que esta protesta puede ayudarnos en el proceso de paz y por eso estaremos presentes hasta el final. Cuanto más se alargue, más se desgasta Erdogan y menos fuerte será», opina Eliaçik, que subraya que en la plaza en estos momentos «están las tres 'k' que más odia el Gobierno», los kurdos, los comunistas (con k en turco) y los kizilbaç o alevíes, rama del islam hermana de los alauíes sirios y emparentada con los chiíes de Irán, que sigue las enseñanzas de Alí, yerno de Mahoma, y a la que los suníes acusan de herejía.
No hay muchos, pero ahora se pueden encontrar algunos retratos de Alí en Taksim. También banderas amarillas con el dibujo en rojo que representa a Pir Sultán Abdalá, el Santo Derviche Sultán, poeta del siglo XVI y héroe para esta comunidad, con el laúd levantado. «Estamos aquí como alevíes y como ciudadanos turcos que quieren defender los derechos y libertades individuales», indica Atilla Ozdemir, responsable del centro cultural Pir Sultán Abdalá en Estambul, que denuncia que «en teoría todos somos iguales ante la ley, pero en la práctica sufrimos la discriminación de un Gobierno que vulnera la laicidad de esta república y nos impone el islam suní como religión de Estado».
Cuesta escuchar sus palabras, porque el cuartel general aleví está situado justo al lado del gran escenario que preside Taksim, bajo la gran bandera de Turquía que ondea en el centro de Estambul. «No en vano somos parte importante de los creadores de la Turquía moderna y siempre hemos sido fieles a Ataturk», explica Ozdemir.
Reivindicaciones
En Turquía viven en la actualidad unos 25 millones de kurdos. El censo de alevíes se basa en estimaciones que elevan la cifra a los 15 millones, de ellos al menos la mitad kurdos. Son las dos principales minorías étnica y religiosa y se han unido al levantamiento popular contra Erdogan. Los kurdos exigen la oficialidad de su idioma, la libertad de sus presos -10.000, encabezados por Abdulá Ocalan-, y el reconocimiento de su identidad, mientras que los alevíes lo que buscan es «libertad de culto, el estudio de nuestra creencia en las aulas y un tratamiento igual que el que reciben los suníes por parte del director de Asuntos Religiosos, que ha retirado las ayudas a nuestros 'cemevi' (centros religiosos)», detalla Ozdemir. Los responsables de la comunidad denuncian además los intentos constantes por parte de las autoridades de «convertir a los más jóvenes al sunismo», algo que se habría acentuado en los mandatos del AKP de Erdogan. Los suníes ortodoxos no los consideran musulmanes y ellos mismos prefieren que se deje en blanco la casilla sobre religión que hay en la tarjeta de identidad turca. A diferencia de los suníes, no realizan las cinco oraciones diarias, no leen el Corán, no peregrinan a La Meca, no ayunan en ramadán y veneran a Dios, Mahoma y Alí.
Los alevíes son mayoritariamente turcos o kurdos, mientras que los alauíes, secta derivada del islam chií a la que pertenece la familia del presidente sirio Bashar el-Assad, son árabes. Esta es la principal diferencia entre estos dos grupos a los que une su devoción por Alí, «además de las variaciones puntuales a la hora de las ceremonias, pero las creencias tienen muchas cosas en común», confiesa Ozdemir. Al hablar de Siria, los alevíes denuncian la política de las autoridades turcas, «que permiten la llegada de yihadistas radicales. Si algún día regresan a Turquía, seguro que somos las primeras víctimas».