El rescate bancario retrasa sus frutos
La crisis de la deuda soberana y la necesidad de saneamiento del sector siguen asfixiando la actividad económica Desde 2010, el sector privado ha visto mermada en 150.000 millones su financiación anual
MADRID. Actualizado: GuardarLas cifras son elocuentes. Cuando se cumple un año del rescate bancario, los esfuerzos de la sociedad española y del propio sistema todavía no se han trasladado a la cada vez más necesaria financiación de la actividad productiva. Desde 2010 hasta hoy, el sector privado de la economía ha visto mermada en 150.000 millones de euros su financiación anual. En ese mismo plazo de tiempo, las administraciones públicas recaban en cada ejercicio 100.000 millones más.
No todo es consecuencia del cierre del grifo bancario. También la factura de la crisis de la deuda soberana tiene buena parte de culpa. Con el mercado del dinero muy restringido, y su precio cada vez más elevado, es inevitable que el Tesoro se lleve la parte del león de la financiación internacional.
Los números cantan. Si hace tres años, la financiación del sector privado (incluido, junto al crédito, el importe de las emisiones de renta fija) ascendía a 2.597.055 millones, un 66,3% del total, al cierre de 2012 esa cifra había descendido a 2.347.178 millones, tan solo el 60,7%, lo que equivale a casi seis puntos porcentuales menos. Por el contrario, la captación de recursos de las administraciones públicas había pasado de 357.132 millones a 457.060, con aumento del 9,4% al 11,8% de la correspondiente cuota.
Por fortuna, la presión del mercado sobre la deuda soberana se ha suavizado en los últimos meses, pero el problema de la financiación privada tan solo se ha aliviado para las grandes empresas. La reestructuración bancaria ha reducido de 47 a 15 los grupos de entidades de crédito, y ha tenido que recurrir a la asistencia financiera internacional para cubrir sus requerimientos de capitalización.¿Por qué esa actuación no ha surtido efecto hasta ahora?
Coinciden los expertos en que el saneamiento bancario no es capaz, por sí solo, de reanimar la actividad. Pero añaden que el ajuste sectorial está todavía lejos de haberse cerrado. E insisten en que, dentro del entorno económico, nadie se salva de un círculo maligno: la falta de crédito alimenta la recesión, que a su vez deteriora los balances de las entidades financieras.
El capítulo de la reestructuración bancaria no está, ni mucho menos, cerrado. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), encargado del saneamiento, despejó la primera incógnita que acompañó a la asistencia financiera de hasta 100.000 millones de euros acordada por los socios comunitarios. Se pidieron 45.000 millones, y se decidió que ninguna entidad fuera liquidada, porque el coste de desaparición hubiera sido mayor al del salvamento.
En el grupo de entidades nacionalizadas resta resolver, en primer término, el conflicto de las participaciones preferentes y de la deuda subordinada. Cuando las necesidades de capitalización acuciaban, varias cajas de ahorro colocaron en sus redes unos productos financieros que no siempre fueron comercializados con la transparencia necesaria. Bruselas ha exigido, eso sí, que, en calidad de propietarios, los dueños de estos títulos sufran abultadas pérdidas.
Nacionalizadas
Encarrilada Bankia, tras la multimillonaria inyección de capital, y puesta en manos de un nuevo equipo gestor, restan Novagalicia y Catalunya Banc por salir a flote. La Comisión Europea parece haber frenado la presión para que el Estado proceda a su colocación por subasta.
Otra incógnita por despejar es el desarrollo del banco malo, oficialmente bautizado como Sareb. Las entidades nacionalizadas le traspasaron préstamos y activos netos por un total de 50.733 millones, y ahora le toca proceder a su venta.
Para el conjunto del sector, el desafío consiste en el relanzamiento de la actividad en España. Los dos grandes grupos financieros pueden compensar la depresión del negocio bancario interior con la internacionalización.
En el ámbito nacional, los ajustes de plantilla y la reconducción de las antiguas cajas a su escala geográfica de origen están provocando una clara recomposición del mapa bancario. Las operaciones de concentración no se pueden dar por concluidas.
Las cuentas agregadas del sector revelan, finalmente, que las entidades de crédito van a tener que esforzarse para recomponer sus ganancias. En 2013 las dotaciones y saneamientos serán inferiores, porque las exigidas por las refinanciaciones se extenderán a dos ejercicios. Pero en años sucesivos crecerán las exigencias, desde la recomposición del capital hasta la aplicación de la nueva tasa que se aplicará a las transacciones financieras.