El gobernador Linde y el ministro De Guindos acuden a un Ecofin en Nicosia (Chipre) el pasado 15 de septiembre. :: YIANNIS KOURTOGLOU / AFP
Economia

La crisis que desarboló el sistema financiero y contagió a la deuda y a la economía real

«Tenemos la banca más sólida del mundo», se jactaba Zapatero en Estados Unidos en septiembre de 2008

MADRID. Actualizado: Guardar
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El viernes 8 de junio de 2012, hace justamente un año, los agentes económicos internacionales daban por seguro lo que el Gabinete de Mariano Rajoy se resistía a reconocer. Acuciada por la sequía de los mercados, España pidió al día siguiente hasta 100.000 millones de euros de asistencia financiera a los socios comunitarios para sacar a flote a su sistema bancario. El contagio se había propagado desde la deuda a la banca, y ya amenazaba a la economía real, que no había conseguido despegar tras el primer y duro embate de la crisis.

¿Cómo se había llegado a esa situación? En 2007, cuando estalló el escándalo de las hipotecas basura en Estados Unidos, la banca española se creyó totalmente a salvo. Entonces atesoraba, ciertamente, elevadas provisiones genéricas, que eran unos fondos retirados de sus cuentas sin necesidad, porque el regulador les pedía coberturas en previsión de la llegada de 'vacas flacas'. «Tenemos la banca más sólida del mundo», se atrevió a proclamar en septiembre de 2008, justo después de la quiebra de Lehman Brothers, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero en Nueva York. En la retaguardia, tanto el Banco de España como el Ministerio de Economía, entonces dirigido por Pedro Solbes, empezaban a percibir claramente las debilidades del sistema. En junio de 2009, tras la experiencia acumulada en la intervención de Caja Castilla-La Mancha, el Gobierno toma la decisión de crear el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).

Varios años de tipos de interés a la baja y la creencia de que «los pisos siempre suben de precio» llevaron a los ahorradores españoles a volcarse en la compra de viviendas. Les alentó un sector financiero convencido a su vez de que, dentro de la zona euro, la liquidez sería ilimitada. Para completar la faena, los dirigentes de muchas entidades, las menos eficientes por lo general, promovían con entusiasmo unos préstamos directamente relacionados con sus sueldos estratosféricos. La retribución variable que percibían evolucionaba en paralelo a la trayectoria de sus negocios.

Las primeras inic iativas de la reestructuración bancaria pusieron el foco en el salvamento de las cajas más dañadas -CCM, CajaSur- y en las fusiones como fórmula de rescate del conjunto de los negocios. Con la perspectiva del tiempo transcurrido se aprecia que la suma de entidades con problemas noresolvió, sino que agravó, algunas situaciones. La integración de Caja Madrid y Bancaja, por ejemplo, derivó en un fuerte riesgo para el sistema en su conjunto.

Respaldo político

Desde mayo de 2010 se sucedieron los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal. Pese al sacrificio del Gobierno español, que se sometió a las recomendaciones de Bruselas en aras de la reconducción del déficit, los costes de financiación del Tesoro emprendieron una escalada sin precedentes. Las elecciones generales anticipadas llevaron al Gobierno a Mariano Rajoy, pero la mayoría absoluta que obtuvo en las urnas tampoco fue suficiente para vencer la ofensiva de los mercados.

Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad del Gobierno del PP, bien conocido en ámbitos internacionales, tomó las riendas del saneamiento bancario. En connivencia con el Banco de España, y tras promover el relevo del gobernador, gestó dos decretos, con fechas de febrero y mayo de 2012. En ellos se impusieron fuertes dotaciones por el ladrillo considerado 'tóxico' y también por los créditos sanos concedidos a los promotores.

En la primavera de 2012 Bruselas formuló a España recomendaciones como subir el IVA, acelerar el retraso de las prejubilaciones, profundizar en la reforma financiera y en la flexibilización de los contratos. La buena disposición del Ejecutivo no impidió que el foco de la ofensiva especuladora siguiera centrado en su sector bancario.

El Fondo Monetario Internacional precipitó su análisis. Entonces calculó que el sector bancario español iba a precisar una recapitalización de entre 60.000 y 90.000 millones. Aunque la concesión elevó la línea a 100.000 millones, España pidió un máximo de 45.000 millones, incluida la dotación de capital al banco malo. Resulta inquietante, sin embargo, evocar el escenario que el FMI se planteaba en el peor de los supuestos: una caída del 1,7% del PIB y una tasa de paro del 26,6% en 2013, datos ahora cercanos o superados.