Un estudiante de la escuela de Moresville (Carolina del Norte) enseña a Obama su proyecto. :: J. SAMAD / AFP
MUNDO

Obama da la razón a Bush

El presidente de EE UU enfada a su electorado al admitir que el registro de llamadas ideado por su antecesor es eficaz en la lucha antiterrorista

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Las bases más progresistas de Barack Obama escucharon ayer al hombre que eligieron para revertir las atrocidades de George W. Bush darle la razón. «No es posible tener 100% seguridad, 100% privacidad y cero inconvenientes», dijo al justificar la existencia de un vasto programa para espiar las llamadas de sus ciudadanos y los emails del resto del mundo. «Como sociedad, vamos a tener que elegir», advirtió.

Fue, probablemente, el mayor distanciamiento ideológico del presidente con respecto al candidato que fue, y aún más al joven senador que prometía devolver la honorabilidad a EE UU. Lo que en tiempos de Bush veía como «una falsa elección entre las libertades que amamos y la seguridad» es ahora una elección inevitable para prevenir ataques terroristas. «Vamos a tener que encontrar un punto medio».

Obama reconoció ayer que llegó al poder con «un sano escepticismo» sobre este programa de escuchas telefónicas y otros muchos amparados en la Patriot Act que se mantenían en secreto. «Mi equipo los evaluó, los lavamos a conciencia, aumentamos las salvaguardias y la supervisión, pero mi valoración y la de mi equipo es que nos ayudan a prevenir ataques terroristas», justificó.

Con ello Obama cree haber cumplido con las dos funciones más sagradas de su cargo, «proteger la seguridad de los estadounidenses y defender la Constitución». Para el presidente, el hecho de que estos programas creados tres años antes de que llegara a la Casa Blanca hayan sido aprobados por el Congreso y renovados cada tres meses, es una garantía de que no se cometen abusos a través de ellos. «Nadie está escuchando vuestras llamadas», prometió ayer.

Algunos periodistas aseguran haber escuchado eso mismo de Bush. De ser verdad, el vídeo no tardará en salir y se sumará a esas fotos superpuestas de ambos presidentes que han empezado a circular por internet. El Huffington Post la utilizó ayer para su portada y muchos en las redes sociales hablaban ya de que el pasado 21 de enero empezó «el cuarto mandato de Bush».

Guantánamo sigue abierto, la guerra en Afganistán continúa, la de Irak acabó en la fecha pactada por su predecesor, el programa de espionaje y asesinatos con drones ha sido extendido a otros dos países, la Patriot Act ha sido renovada, los espionajes telefónicos y de internet continúan y las filtraciones a la prensa han sido perseguidas con más fuerza que nunca, poniendo ante los tribunales a más funcionarios de Gobierno que todos los anteriores juntos.

El Departamento de Justicia, al que un día el senador Obama acusó de estar por encima de la ley gracias a las legislaciones antiterroristas, ha exigido a las compañías telefónicas los registros telefónicos de la agencia Associated Press para averiguar quién le reveló información sobre un atentado terrorista abortado. Con lo que se sabe ahora, podía habérsela pedido a la Agencia de Seguridad Nacional, que recibe rutinariamente el registro de todas las llamadas de todos los ciudadanos.

Cuestión de fe

«No acepto las filtraciones porque hay una razón para que estos programas sean clasificados», espetó Obama. «Nuestra meta es parar a tipos que van a hacernos daño y si cada paso que damos para prevenir un ataque sale en la portada de los periódicos o en la televisión, lo presumible es que la gente que va a hacernos daño se salte esas medidas preventivas, por eso son clasificadas».

Obama pide a los ciudadanos que confíen en que su Gobierno intenta alcanzar el equilibrio correcto entre el derecho a la privacidad y la capacidad para impedir otros atentados. «La gente involucrada en la seguridad nacional se toma su trabajo muy en serio, lo último que van a hacer es escuchar las llamadas de alguien», sostiene.

Para vigilar posibles abusos está la supervisión del Congreso y la necesidad de pedir una orden judicial en caso de querer escuchar las llamadas. «Si la gente no puede confiar ni en el poder ejecutivo, ni en el Congreso, ni en los jueces federales para respetar la Constitución, entonces tenemos problemas», sentenció el presidente.