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Como pintan a la fe

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La iconografía, por si se nos había olvidado, es la descripción plástica -con matices artísticos o no- de un asunto. Atributos y símbolos que identifican a determinados personajes representados de manera que el profano reconozca de un vistazo aquello que se nos pretende contar. San Pedro y sus llaves, la República y su gorro frigio, la Justicia y su balanza. y sigan ustedes que ejemplos hay para dar y regalar. Es cierto que es la iconografía religiosa la que se ha mantenido más firme a lo largo de la historia, y por eso es más fácil de identificar que otros iconos que quizá han sucumbido al cruel paso del tiempo. Por el dedo tieso reconocemos a San Juan y por los ojos en una bandejita a Santa Lucía, y por el barreñito lleno de niños a San Nicolás de Bari. Así ha sido siempre, hasta que a determinadas mentes pensantes les dio por jugar a las nancys con las imágenes y a vestirlas como sabediosquién les daba a entender. De ahí, seguramente, vendría el castizo refrán 'si es con barba, San Antón y si no la Purísima Concepción'" que habrá sacado de un apuro a más de uno, seguro.

Miren, la iconografía representa a la fe como una mujer ciega -«llevo una venda en los ojos, como pintan a la fe», decía la copla- por aquello de que son dichosos los que creen sin ver. Y no es cuestión de fe -y eso que estamos en el año de la misma-, sino de cultura, reconocer en una mujer con los ojos vendados a esa virtud que tanta falta nos haría. Coger a una Magdalena -que también tiene su propia iconografía- subirla en un altar y ponerle un trapo verde en la cara no la convierte en otra cosa más que en una Magdalena con un trapo verde en la cara, subida en un altar.

Que seremos hombres de poca fe, pero no tontos.