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La revuelta en Turquía ya tiene su primer mártir
Erdogan viaja al norte de África tras acusar a «extremistas» de las protestas y antepone el poder de las urnas al clamor de la calle
BEIRUT. Actualizado: GuardarLa revuelta de miles de turcos contra el Gobierno de Recep Tayip Erdogan se cobró ayer su primera víctima mortal. Mehmet Ayvalita, de veinte años, murió arrollado por un taxista cuando se manifestaba en una autopista de Estambul, según informó la asociación de médicos turcos TBB. Es el primer fallecido confirmado oficialmente, aunque Amnistía Internacional denuncia otras dos muertes que se habrían producido durante los choques del fin de semana con las fuerzas del orden.
A las movilizaciones se suma hoy y mañana el movimiento sindical. La Confederación de Sindicatos de Trabajadores Públicos (KESK) realizó un llamamiento para una «huelga de advertencia» de 48 horas en protesta por el «estado de terror» impuesto por las autoridades, que demuestra «que el Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) es enemigo de la democracia», según el comunicado difundido a través de Reuters por este órgano de funcionarios que cuenta con 240.000 afiliados.
Lo que comenzó el día 29 como una especie de acampada pacífica en protesta por la intención de las autoridades de convertir un parque del centro de Estambul en un complejo comercial ha derivado en «más de 200 manifestaciones» que se han extendido por «67 ciudades del país», según confirmó el ministro de Interior, Muammer Guler, al diario Hurriyet. Los choques con la Policía han dejado cientos de heridos y al menos 1.700 detenidos, según el balance de los principales medios impresos turcos.
«Pronto se solucionará»
Pese a una situación de inestabilidad que Turquía no vivía hace más de una década, Erdogan mantuvo su agenda y salió del país para iniciar una gira de cuatro días por Marruecos, Túnez y Argelia. Antes de abandonar suelo turco acusó a «elementos extremistas» de estar detrás de unas protestas ante las que pidió a sus seguidores «calma, porque pronto se solucionará todo».
El primer ministro recordó que su partido «ha aumentado el número de votos en las últimas tres elecciones y ha ganado dos referendos». Erdogan insiste en zanjar con los números obtenidos por su formación en las urnas el debate abierto en las calles por los manifestantes que piden su dimisión y le acusan de exceso de autoritarismo.
El presidente Abdulá Gul también hizo un llamamiento a la calma, pero ofreció un discurso más conciliador que el primer ministro. Gul declaró ante los medios que «vivimos en una sociedad abierta y hay que mostrar respeto hacia todas las opiniones, visiones e ideas políticas diferentes». Unas palabras que llegaron al mismo tiempo que se anunciaba el visto bueno del presidente a mantener una entrevista con Kemal Kiliçdaroglu, dirigente del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), que respalda las protestas.
Las consecuencias de la protestas llegaron también al mundo de la educación, ya que algunas de las principales universidades decidieron aplazar sus exámenes finales debido a «las circunstancias excepcionales» que vive el país, según un comunicado emitido a lo largo de una jornada que fue más tranquila en Estambul que en Ankara.
La capital fue escenario de choques entre fuerzas de seguridad y manifestantes que trataron de tomar la céntrica plaza de Kizilay para repetir el modelo de protesta de la plaza Taksim de Estambul, según los medios turcos.
La economía tampoco escapa a la situación en las calles. La Bolsa de Estambul cerró el primer día de la semana con un descenso de un 10,47% -su mayor caída en una sola jornada desde 2003- y la lira turca alcanzó su nivel más bajo respecto al dólar de los últimos 17 meses. A esto hay que sumar el daño que pueden acarrear al sector turístico unas protestas que se han convertido en primera página de la prensa mundial. «¿Cómo puede ser que el mismo Gobierno que se posicionó del lado de todos los manifestantes que se echaron a las calles en Oriente Próximo contra sus regímenes autocráticos se muestre ahora sordo ante las peticiones de sus ciudadanos?», se preguntaba la columnista Lale Kemal en el diario Today's Zaman, haciendo referencia al papel clave que ha venido jugado Erdogan durante la 'primavera árabe'.
La inestabilidad en Turquía preocupa a sus socios internacionales, que consideran a este país miembro de la OTAN y aspirante a entrar en la UE una pieza clave en crisis como la de Siria, y por ello tanto el portavoz de la Casa Blanca como el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, solicitaron a las fuerzas de seguridad turcas «máxima contención» a la hora de reprimir las manifestaciones antigubernamentales para evitar una escalada en la tensión en los próximos días.