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Las protestas callejeras acorralan al Gobierno turco
Los manifestantes acusan al primer ministro de «dictador» mientras la Policía lanza gases lacrimógenos y cañones de agua en Ankara
ANKARA / ESTAMBUL. Actualizado: GuardarLas protestas que estallaron el viernes para salvar un céntrico parque de la destrucción han esparcido un sentimiento de indignación en Turquía hacia el Gobierno islamista moderado de Recep Tayip Erdogan. Por tercer día consecutivo, miles de jóvenes volvieron a tomar las calles de distintas ciudades del país, especialmente de Ankara y Estambul, para denunciar el «desproporcionado» uso de la violencia de la Policía y condenar la política del primer ministro. Los enfrentamientos se repitieron ayer, sobre todo en la capital, cuando las fuerzas de seguridad emplearon gases lacrimógenos y cañones de agua contra un millar de personas que se dirigían a la sede del Ejecutivo.
La persistente lluvia que caída desde primera hora de la mañana parecía mitigar la tensa calma que se respiraba tras una noche en la que los manifestantes celebraron hasta altas horas la retirada de los agentes del parque Gezi de Estambul y la plaza Taksim, escenario de las primeras revueltas. Pero conforme avanzó la jornada, miles de personas se volvieron a congregar para continuar sus reivindicaciones. Solo en la capital otomana, unas 10.000 personas permanecen acampadas en la plaza Kizilay, en solidaridad con la «represión» ejercida por los cuerpos de seguridad.
Las actuaciones policiales han dejado un total de 414 heridos, 15 de ellos graves, según denunció el colegio de médicos de Ankara. Mientras, la portavoz de Amnistía Internacional, Katie Pownall, informó de que se habrían producido dos víctimas mortales. Las cifras oficiales contrastan con los datos facilitados por organizaciones no gubernamentales. El Gobierno aseguró que en todo el país únicamente han sufrido lesiones 79 personas, 26 de las cuales son miembros de las fuerzas del orden. El presidente de la cámara de abogados de Turquía, Metin Feyzioglu, explicó a una televisión local que el Ministerio del Interior «no debe subestimar el número de heridos». «Solo en un hospital de Ankara he visto más de 80, con piernas quebradas y extremidades quemadas», denunció.
La posibilidad de que se rebaje la tensión se dio ayer de bruces con un discurso de Erdogan en el que insistió en que no dará marcha atrás a sus proyectos urbanísticos y acusó a la oposición de ser la responsable de los disturbios. «¿Quién pagará por los escaparates rotos? ¿Qué tiene que ver esto con la democracia y la lucha de los derechos?», se preguntó el mandatario, al tiempo que se definió como un «servidor del pueblo», en respuesta a los gritos de «dictador» que le dirigieron la víspera algunos manifestantes. El sábado, en cambio, llegó a reconocer que la Policía había actuado en algunos casos de forma «extrema» y ordenó una investigación para esclarecer los hechos.
Con relación a las mayores protestas que sufre Erdogan desde que llegó al poder en 2002, la UE expresó su «profunda preocupación» por la actuación de las fuerzas de seguridad. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, lamentó el «uso desproporcionado» de la violencia por parte de los agentes e instó a «entablar un diálogo para encontrar una solución pacífica». El alcalde de Estambul, Kadir Topbas, también reflejó su consternación por las revueltas y reconoció que la retirada de la Policía se produjo «demasiado tarde». «¿Cómo explicaremos las imágenes? Creo que aquí todos perdemos algo», dijo, en referencia a la gran mancha que suponen los disturbios en la candidatura de la ciudad para celebrar los Juegos Olímpicos de 2020.