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Guerra a los 'Cazatesoros'
El intenso tráfico con las colonias y las batallas navales ocurridas en el Golfo de Cádiz han dejado más de 400 barcos hundidos
Actualizado: GuardarLa llegada del ‘cazatesoros’ ‘Endeavour’ a las costas andaluzas ha vuelto a reavivar los viejos demonios de un posible expolio del gran patrimonio que se esconde bajo las aguas gaditanas. Su navegación lenta, a una milla de velocidad y un cambio de rumbo imprevisto, activó las alertas del Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima de Cartagena sobre la posibilidad de poder estar frente a un nuevo ‘caso Odyssey’. Esas maniobras y que llevaba siendo seguido desde hacía semanas.
Alo largo de esta semana, la Guardia Civil ha estado registrando todos los rincones del buque para verificar si el barco, con bandera de Togo, estaba realizando sondeos con el fin de localizar navíos hundidos y no la investigación de fondos que aseguraban estar realizando. Se cree que el objetivo a localizar era el ‘SS Namur’ un pecio hundido en el Mar de Alborán en 1917 por un submarino alemán, que puede estar cargados de diamantes. Es una sospecha más que fiable dada las coordenadas en las que se encontraba el ‘Endeavour’ pero la verdad es que podría ser cualquiera de los 400 barcos que se encuentran hundidos en la zona del Mar de Alborán y del Estrecho, el reclamo perfecto para los nuevos piratas del siglo XXI. En estas aguas se desarrollaron algunas de las batallas navales más importantes de la historia y en ellas se intuyen que está el ‘Nuestra Señora de la Concepción’ con un cargamento valorado en 200 millones de dólares, el ‘Nuestra Señora de las Maravillas’ (250 millones de dólares), el ‘San José’ y el ‘Santo Cristo de Maracaibo’ al que se le atribuyen mil millones en piedras preciosas a cada uno. Todo un reclamo para los amigos de lo ajeno.
La situación peculiar del Estrecho tampoco favorece a las autoridades españolas. El gran volumen de tráfico de buques que registra unido a la cercanía del Peñón de Gibraltar dificulta la intervención de los agentes de la Guardia Civil y de la Armada. El que fuera fiscal de Medio Ambiente en Cádiz e impulsador del proceso judicial contra Odyssey por el robo del tesoro del barco ‘Nuestra Señora de Las Mercedes’, Ángel Núñez, asegura que en los últimos años se ha tomado una especial conciencia hacia la protección de los fondos marinos y todo lo que se encuentra dentro. «Existe una vigilancia constante» pero a veces «resulta duro competir con las inversiones que hacen las empresas», la mayoría norteamericanas y «los equipos de alta tecnología» que usan. Pero además de esta inversión cuentan con «un gran personal, desde becarios hasta investigadores, asesores y expertos» capaces de pasarse horas y horas hasta encontrar lo que buscan. «Vienen preparados pero precisamente por eso no podemos bajar la guardia», explica Núñez. Hasta ahora el Gobierno español, independientemente del partido que ha gobernado, ha mantenido una postura más bien de defensa del patrimonio y no ha apostado realmente por sacar a la luz todo los tesoros que se esconden bajo sus aguas. La mayoría de los barcos expulsados o interceptados en aguas gaditanas «viene con una licencia o un permiso de investigación de los fondos marinos» pero la verdad es que sus intenciones son bien distintas. De hecho, el ‘Endeavour’ fue detectado el pasado octubre merodeando por el litoral malagueño y puso rumbo a Sicilia desde donde retornó hace escasos días. Cuando lo volvieron a localizar pensaban que se dirigía hacia Brest (Francia) donde tiene su puerto base pero fue un cambio de rumbo lo que puso a la Armada en alerta.
El pasado mes de diciembre, el ‘Seaway Invincible’ también fue expulsado de la misma zona. Se da la casualidad de que la propietaria de este buque es una compañía sueca registrada en Singapur que a su vez es dueña también del ‘Endeavour’.
Conciencia civil
Han sido dos expulsiones muy cercanas en el tiempo, aunque se debe más a tener a un propietario en común que a un aumento de ‘cazatesoros’ en la zona. Es más, existe una gran conciencia para evitar la presencia de estos piratas. Ángel Núñez relata que desde que en 2007 denunciaran que la empresa americana Odyssey estaba extrayendo el tesoro de la ‘Mercedes’ y se lo estaba llevando desde Gibraltar a Estados Unidos, hay una mayor sensibilización tanto ciudadana como de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad.
En esta misma línea se manifiesta el abogado especializado en patrimonio subacuático José María Lancho. «Desde el ‘caso Odyssey’ ha habido una reacción que no tiene causa en la aprobación de nuevas normas sino en la concienciación de los ciudadanos. Ha sido la sociedad civil, con algunos medios de comunicación a la cabeza, quienes han propiciado que las leyes tengan consecuencia y que deje de haber interferencias con la actuación de la Armada y la Guardia Civil en sus respectivas competencias».
Pero la amenaza de los ‘cazatesoros’ se ve beneficiada por la cercanía de Gibraltar como ya se demostró con Odyssey. El ‘naúfrologo’ Claudio Bonifacio un historiador italiano afincado en España desde hace décadas, explica que fue una cuestión «clave» debido a que «el barco fondeaba en aguas del Estrecho y luego atracaba en el Peñón, desde donde enviaban lo que encontraban por avión a Estados Unidos». Bonifacio, que fue una de las voces denunciantes del expolio, está convencido de que «lo que han devuelto son sólo las migajas.De allí se llevaron todo lo que pudieron». Ángel Núñez lo corrobora: «Los barcos se refugiaban en Gibraltar» y allí hacían lo que querían.
Para el abogado José María Lancho el papel de Gibraltar «se resume en que no respeta la inmunidad soberana de los buques de Estado lo cual es atribuible a la potencia colonial, es decir Reino Unido» y para él, «el ‘caso Odyssey’ es una prueba todavía no desmentida». Su descubrimiento, según Lancho, «supuso un punto de inflexión tanto para la crítica ciudadana».
Según la legislación española de protección del patrimonio histórico, España puede reclamar todos los bienes culturales que se encuentran en la plataforma continental en un margen de unas 200 millas náuticas. El derecho internacional reduce ese margen a 24 millas. En las doce más cercanas a la costa, el Gobierno español gozaría de absoluta soberanía pero pierde autoridad en las siguientes doce millas donde mover cualquier objeto o bien cultural supondría tan sólo una infracción. A partir de este límite comienzan los problemas puesto que España considera como patrimonio suyo y, por tanto puede reclamarlo, cualquier buque de guerra (y con él, el tesoro que pueda albergar) a pesar de que se encuentre sumergido en aguas del Océano. En el caso de que el barco sea de un particular, la propiedad sería de los herederos aunque muchos países no reconocen el derecho a reclamar. Para intentar mejorar esta situación y evitar los expolios culturales, la comisión Europea ha aprobado esta misma semana un nuevo conjunto de medidas para permitir la recuperación de los bienes del patrimonio cultural sustraídos ilegalmente y que se encuentren en otro territorio de la Unión Europea. Con este conjunto de medidas, pretenden poner a disposición de sus legítimos dueños aquellos bienes que hayan salido de forma ilegal de sus fronteras a partir de 1993.
Sobre la posibilidad de recuperar el patrimonio sumergido, Núñez señala que existe la percepción social de que recuperarlo podría ser una buena opción «pero uno de los principios de la conservación es que sólo hay que sacarlo si corren algún peligro. Dejarlo en el mar es lo más indicado» y de momento sólo los cazatesoros son la principal amenaza que tienen los cerca de 400 barcos hundidos.