ANDALUCÍA

se va a hacer»

El naturalista indica que «tenemos que velar por el cumplimiento de las normas del espacio protegido, no nos compete por la economía del país» Miguel Delibes de Castro. Presidente del Consejo de Participación de Doñana

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-Llega al consejo de participación en un momento delicado. Aunque nunca se ha ido usted de Doñana...

-Sí, nunca me he ido, he trabajado profesionalmente con proyectos de investigación en Doñana y en la estación biológica, con brevísimas interrupciones en otros centros, fuera de España. Y el momento siempre ha sido especial, lo que pasa es que la rabiosa actualidad hace parecer que lo especial es lo que sucede ahora.

-En la última sesión hubo una posición enérgica para ser tenidos en cuenta y parece que el organismo toma más protagonismo que en la etapa que presidía Felipe González.

-No, yo no estaría de acuerdo. Desde mi punto de vista lo que ocurrió es que se había aprobado el Plan Hidrológico del Guadalquivir sin pedir informe al consejo, algo que no solía suceder. No sé si fue porque alguien se equivocó, quiero creer, o porque están cambiando algunas cosas. La opinión general, incluso de los que no estaban a favor, es que debía pedirse, aunque no sea vinculante. Lo obliga la ley de Doñana. Para el consejo no es un tema menor, porque deja de tener sentido. En mi primera participación no podía aceptar que no se hiciera así. Eso generó una tensión añadida, porque ya se ha aprobado el plan hidrológico y fue como decir «con vosotros no contamos». Luego todo el mundo, incluidos los representantes de la Administración central, manifestaron su respeto por el comité y su deseo de que participe. No llegó a quedar claro qué había pasado.

-¿Y qué va a suceder ahora?

-Hay una segunda fase de consultas. El secretario de Estado dijo que enviaría el plan para que se informe ahora. El consejo no puede hacer más, la Junta de Andalucía puede pedir al Ministerio que rectifique, o recurrir jurídicamente, pero eso no es responsabilidad nuestra y no quiero intervenir ahí.

-Para profanos ¿cuál es el problema del plan?

-No sabría decirlo para profanos, además el informe que se tramitó es anterior a mi presencia y me pareció más respetuoso aceptar que no lo había estudiado a fondo. Según se ha dicho, el problema del plan hidrológico es que no considera adecuadamente el funcionamiento del acuífero de Doñana, no insiste suficiente en el ahorro de agua y abre la puerta al dragado en profundidad, no es que lo autorice, y el consejo ya había dicho que no estaba de acuerdo con que se haga en las circunstancias actuales.

-El dragado del Guadalquivir ¿es una de las mayores amenazas para el parque?

-Hay un estudio muy profundo en el que ha participado mi institución, el CSIC, que ha detectado problemas serios en el estuario del Guadalquivir. Apenas llega agua dulce, emite CO2, está muy contaminado, casi funciona como un embalse porque no llega agua al mar, se incrementa la salinidad. El informe decía que en estas circunstancias no se debe abordar el dragado porque habrá problemas del propio río y de estabilidad de los márgenes, que se deteriorarán más si entra más agua del mar y barcos mayores. Hace muchos años ya que se tienen que hacer obras porque el oleaje que provocaban barcos proporcionalmente pequeños ya erosionaban Doñana y se caía literalmente al río. El informe científico, encargado por el puerto y la confederación para sumarlo a la evaluación de impacto ambiental, lo que el Ministerio avala, concluye que en las circunstancias actuales no se debe hacer. El consejo de participación, antes de que yo llegara, lo hizo suyo y lo desaconsejó. Esto es lo que mantenemos. Creemos que es grave, peligroso para Doñana, para el estuario, la agricultura y las actividades que se desarrollan actualmente.

-¿Recibe mucha presión para que ceda?

-Sí, la reconozco, pero en los temas de Doñana tenemos que estar acostumbrados a vivir con ella. También hay una presión muy grande en contra. Que Doñana sea patrimonio mundial de la Unesco, humedal de importancia internacional en Ransad es también una presión internacional sobre España importante. Doñana es un lugar europeo relevante, el Consejo de Europa da un diploma que renueva cada dos años.

-El proyecto de Gas Natural plantea nuevas prospecciones, prolongar el gasoducto, crear bolsas para almacenar gas. Choca mucho que se pueda hacer todo eso en Doñana.

-No se sabe si se puede hacer. Se autorizaron extracciones de gas creo que en los 80, en el exterior de la zona más protegida. En esta época no ha pasado nada. Habrá que ver si se autoriza algo o nada. Lo que a mi no me repugna, pero es mi punto de vista, es que si ahí había gas antes se meta gas otra vez. Lo que me preocuparía es cómo se hace, que haya una bolsa de gas debajo de Doñana, que la vacíes y se vuelva a llenar no me parece especialmente grave, el problema es cómo se va a hacer, si hay que hacer carreteras, oleoductos, instalaciones, seguramente será difícilmente compatible. Todo el mundo tiene muy claro que si se hace algo tiene que ser fuera del Parque Nacional. Hasta ahora el consejo de participación ha puesto condiciones a lo que ha ido sabiendo, pero no ha dicho que no drásticamente.

-La compañía alega la estrategia energética para el país, el supremo interés económico.

-Probablemente tenga razón. Yo como naturalista, como defensor de Doñana, podría decir lo que pienso, pero como consejo de participación no tenemos que considerar eso, sino lo que afecta a Doñana.

-¿Su opinión como naturalista?

-Esa no se la voy a dar. No quiero anticipar ni ponerme en uno de los lados. Habrá en el consejo quien considere importante que genere puestos de trabajo y otros lo contrario. El consejo de participación cuando llegue el proyecto integrado definitivo lo tendrá que ver y ya veremos qué resulta. Tenemos que velar por el cumplimiento de las normas y los fines del espacio protegido, no nos compete velar por la economía del país ni los puestos de trabajo, aunque ciertamente el desarrollo sostenible de la comarca sea una competencia de Doñana también, porque Doñana tiene que promover y garantizar el desarrollo de la comarca. El consejo de participación puede opinar desfavorablemente pero no vincula a nadie y tendremos que acatara las decisiones de quien sea, aunque éste tenga que saber que cuenta con su rechazo.

-¿Cómo afecta la crisis al medio ambiente?

-Yo creía que estaba más consolidado, política y socialmente, pero la crisis muestra que no era todo tan firme como parecía. Desde que el problema ambiental se planteó políticamente, en los años 80 del siglo pasado, hasta hace un par de años todas las normativas han sido incrementando la protección y sólo ahora empezamos a dar marcha atrás y eso es muy desconcertante. Pongo la ley de costas como ejemplo. No podíamos imaginar que si hacíamos algo más en la costa sería para protegerla menos. Espero que dure poco, y que la crisis dure poco también, pero así estamos.

-La cumbre de la Unesco en Camboya va a examinar la denuncia de WWF por el oleoducto. ¿Puede haber problemas o está el caso resuelto?

-No, esta completamente vivo, pero siempre ha habido problemas y siempre los va a haber. En la cumbre se darán cuenta de que hay que presionar y seguir presionando. La gente que se va a reunir en Camboya debería advertir de que hay que estar siempre encima, llamar la atención continua del Gobierno español y éste del andaluz para que Doñana esté bien cuidada, pero no tiene sentido el castigo excesivo de que ahora esté más en peligro que hace veinte años.

-¿No es así?

-No, yo creo que no.

-Pienso en Doñana como en la Argónida de Caballero Bonald, ¿ese fondo mítico pervive?

-Con más dificultad. La obra de Caballero Bonald, su novela 'Ágata ojo de gato' y sus memorias, son la mejor descripción de Doñana que he conocido, mucho mejor que la que hacemos los científicos. Esa Doñana antigua está más en esos libros que en la de hoy. Gracias a esa novela sobrevivirá ese misterio, ese hálito de frontera, de fiebres, de trastornos, de tesoros, espejismos. Todo ello va desapareciendo y es una parte muy importante de su esencia, pero lo hace a cambio de que las normas para conservarla sean más grandes.

-Su padre que era un hombre conocedor del campo, ¿qué pensaba de Doñana?

-Vino dos o tres veces. Una de las cosas que más me le llamó la atención, al principio, cuando vivíamos en el palacio de Doñana, sin electricidad, con cuatro guardas y unas caseras, algún naturalista loco que venía por allí, me dijo que le había interesado mucho más el paisanaje que le paisaje, hablar con la gente de allí, un poco en línea con Caballero Bonald. Recuerdo que estando mi padre un día en el control llegaron dos chicos en bicicleta. Venían desde Noruega, quisieron entrar y les explicamos que había que conseguir un permiso en Sevilla. Se dieron la vuelta y dijeron que ya regresarían dentro de dos días. A mi padre aquello le hizo ver el gancho internacional que tenía la naturaleza.

-El informe del conservador decía que Doñana ha tenido una invernada estupenda.

-Ha llovido muy bien, muy oportunamente, no mucho más de lo normal, pero en otoño y en primavera. Ha habido agua y es muy bonito, pero se acaba ahí. Si el año que viene no llueve estará feo. Esa es la esencia de un sitio como Doñana. Hay que luchar para no ajardinarlo del todo, no lo vamos a inundar nosotros. Hay que dejarlo salvaje. Si llueve mucho más entonces se muere el ganado, se ahogan gamos y ciervos y solo está bonito para los buitres, y nos preocupamos por la gente, pero hay que aguantarlo, porque eso es lo que queremos.

-¿Cómo está de recursos económicos el parque?

-Ha recibido entradas muy importantes de fondos europeos. Se hizo allí una reunión del Consejo, presidido por Delors, con todos los comisarios, y decidieron que era una joya europea y llegó mucho dinero. Sigue haciéndolo, pero mucho menos. El programa de ayuda al desarrollo socioeconómico del entorno de parques naturales del Ministerio no se ha dotado y era una ayuda importante para que los ayuntamientos promuevan iniciativas. Pero recibe mucho turismo, es la primera empresa de la comarca con mucha diferencia, gente que trabaja allí, ayuda a la hostelería, la restauración. Pero es por sí misma por lo que Doñana vale.

-¿Qué importancia da a que el parque genere riqueza?

-Hay una trampa, como con el lince, llega mucho dinero europeo, es el proyecto Life que más recibe. Cuando le cuentas eso a la gente que se opone dice que Europa se equivoca, luego reconoce que no quiere que se conserve el lince. Con Doñana pasa un poco lo mismo, Doñana lo entiendo como un horizonte de desarrollo, debemos ir a que el desarrollo de la comarca se vincule a ese espacio bien conservado. Si por ejemplo una pequeña empresa quiere abrir un camino nuevo para visitas, por un lado tengo que facilitar que se hagan cosas, es bueno para la comarca, pero ¿no será malo para Doñana? Esos son los problemas más gordos reales a los que nos tenemos que enfrentar, hacer compatible el desarrollo basado en Doñana con la conservación de Doñana. Eso es lo que me preocupa más.