JUICIO 'CASO RILCO'

Un sueldo de entre 3.000 y 4.400 euros al mes por ocupar un cargo 'ficticio' en Zona Franca

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La estrategia de defensa que aplicó ayer el exdirector general de Rilco, entre febrero de 2001 hasta mayo de 2002, Rafael Ortiz, fue negar que tuviera participación alguna en las decisiones de una compañía en la que constó durante más de un año con un cargo al que se le presupone que conlleva responsabilidades y labores de dirección. Sin embargo, Ortiz aseguró que pese a tener un puesto directivo en Rilco desconocía los detalles técnicos del portal de internet cuya construcción se había adjudicado mediante un concurso que está bajo sospecha a Miami Free Zone (MSC); la empresa del matrimonio Leiva, también acusado en el procedimiento. Igualmente dijo desconocer los entresijos de los anticipos reembolsables que el Estado le concedió a la sociedad por importe de 4, 8 millones de dinero público.

Definió su tarea como «un vendedor de participaciones» de la sociedad; si bien no tuvo mucho éxito porque a preguntas de las acusaciones reconoció que no logró cerrar ni una operación. Sin embargo, su nómina -a cuenta de fondos aportados por la entidad pública Zona Franca- sí que se correspondía con la de un directivo con capacidad para dirigir los designios de una compañía. Confirmó al tribunal que su relación laboral se basó en dos contratos: «El primero, que apenas duró un mes», tenía reconocida una retribución mensual de 750.000 pesetas mensuales (unos 4.400 euros); mientras que el segundo contrato que mantuvo hasta finalizar su vinculación con la empresa le fijó un sueldo mensual de 3.000 euros. Unas cantidades que percibió como director general de Rilco pese a que ayer reconoció que era un cargo «nominativo y sin atribuciones».

Rafael Ortiz, que llegó de la mano del exdelegado especial Manuel Rodríguez de Castro, de quien es amigo personal según la definición del antiguo responsable del recinto fiscal, tenía firmado un poder de administración y representación de la sociedad. Sin embargo, ayer sostuvo que «nunca tuvo que hacer uso» de ese documento. Ortiz aterrizó en Rilco cuando Rodríguez de Castro cesó como delegado de Zona Franca; si bien se mantuvo al frente de la sociedad durante un mes más. Ayer reconocía en su interrogatorio que su salida de Rilco se debió tras una «desagradable discusión» con Osuna, quien sustituyó a Rodríguez de Castro con el cometido de poner orden en la gestión del Consorcio, salpicada de escándalos contables.