Objetivo: exportar a EE UU para crecer
La UE busca un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos que genere empleo, mejore las exportaciones y eleve las rentas
Actualizado: GuardarLa Unión Europea busca fuentes de crecimiento económico con las que superar la crisis y recuperar su dinamismo perdido. Y mira con especial atención a la primera economía mundial, Estados Unidos, con quien ha iniciado negociaciones para suscribir un acuerdo trasatlántico que destierre muchas de las barreras a la inversión y al libre intercambio de productos que subsisten entre los dos bloques.
La Comisión Europea calcula que un acuerdo de esa naturaleza entre ambas potencias -juntas suponen el 40% de la economía mundial- tendría un impacto sobre el PIB europeo equivalente a 0,5 puntos de expansión, además de efectos positivos sobre las exportaciones y beneficios económicos también para los ciudadanos de a pie. Bruselas basa esas expectativas en un estudio del Centro para la Investigación de Política Económica de Londres, que explica las potenciales «ganancias» que acarrearía liberalizar los intercambios entre la UE y Estados Unidos. El documento estima que, una vez implementado, el PIB de los Veintisiete se expandiría en 119.000 millones de euros (el 0,5%), mientras que para Estados Unidos la ganancia de riqueza equivaldría a 95.000 millones de euros al año. El centro estima que para una familia europea media, formada por cuatro personas, eso supondría disponer de unos 545 euros de renta extra al año.
¿Y de dónde saldrían todas esas ganancias? El informe, que la Comisión ya ha hecho suyo y distribuido como justificación de sus objetivos, sugiere que serían el resultado de una ecuación simple y sus derivadas: a mayores ventas de bienes y servicios, más actividad productiva y, por tanto, más empleo.
En ese sentido, el estudio cree que con la eliminación de las actuales barreras las exportaciones europeas de bienes y servicios a Estados Unidos aumentarían en torno a un 28%. Un aumento que beneficiaría a «casi todos los sectores» pero que sería particularmente importante en las ventas de vehículos a motor (Bruselas cree que las exportaciones a Estados Unidos podrían crecer un impresionante 149%), productos metálicos (12%), alimentos elaborados (9%), productos químicos (9%), manufacturas (6%) y otro equipamiento de transporte (6%).
Con esas predicciones sobre la mesa, la Comisión Europea dio luz verde en marzo a la apertura de conversaciones de cara a crear un área trasatlántica de libre comercio e inversión. Fijadas las prioridades por el Parlamento Europeo y el Congreso estadounidense -la Eurocámara lo hizo el pasado jueves con la aprobación de un texto por 460 votos a favor, 105 en contra y 28 abstenciones-, el Consejo de Ministros de la UE prevé autorizar en junio el inicio de las negociaciones, que comenzarán formalmente en el mes de julio. La Comisión espera que terminen a finales de 2014.
Las fuentes de la Comisión consultadas afirman que «no es posible» medir por adelantado el impacto de un acuerdo de esa magnitud sobre un determinado país. Pero consideran el previsto aumento del PIB de los Veintisiete y el «sustancial» crecimiento de exportaciones -con sus beneficios derivados en forma de puestos de trabajo- un anzuelo lo suficientemente goloso. «Las dos partes saben que necesitamos un acuerdo ambicioso y están comprometidas. No hay razones para que no sea posible», señalan.
Reducción de obstáculos
Un alto funcionario europeo explica que la clave del éxito estará en «lo lejos que las partes sean capaces de llegar en términos de reducción de obstáculos innecesarios». En ese sentido, Bruselas ve las actuales tasas aduaneras como un mal menor. Es cierto que hay artículos susceptibles de ser exportados que incluso pagan aranceles más de una vez (por ejemplo, en el caso de un automóvil puede ocurrir que primero haya que pagar en la aduana por exportar el motor a Estados Unidos y después por vender el coche entero de vuelta a Europa). Aun así, la Comisión trabaja con el convencimiento de que el impacto del acuerdo será «muy pequeño» si al final se limita a una bajada de tarifas.
Bruselas basa ese argumento en que las tasas que hoy aplican ambos bloques en sus intercambios son «bajas» (de media un 4%). De ahí que identifique como «los mayores obstáculos» al libre comercio otras barreras no arancelarias, derivadas de trabas burocráticas y regulatorias -por ejemplo, exigencias en materia de seguridad, de componentes o de emisiones- que limitan la fluidez de las ventas. Bruselas cree que el 80% de las ganancias potenciales de riqueza provendrá de la reducción de esos costos burocráticos y reglamentarios, así como de la liberalización del comercio de servicios.
El principal desafío, según resumen las fuentes consultadas, es equilibrar los requerimientos de ambas economías para que en el futuro un artículo -un coche, por ejemplo-, certificado como «seguro» en la UE, no necesite una segunda certificación para poder venderse en Estados Unidos. Bruselas identifica otras fuentes de posibles conflictos como la agricultura, los alimentos para consumo humano y el medio ambiente. Y subraya que el acuerdo no supondrá rebajar el listón actual de sus controles en materias como la seguridad alimentaria, el uso de hormonas o las emisiones.